Star Trek Productos a la venta: Catalogo presionar en la fotografía de Spock

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miércoles, 30 de septiembre de 2009

Es el matrimonio el fin del camino

 

Muchos seres que han conseguido todo lo que desean en la vida, en su profesión, arte y oficio, posicionarse en el mercado laboral de manera exitosa, adquirir los bienes que deseaban y  la propiedad de acuerdo a sus gustos, muchas veces no han logrado contraer matrimonio con aquella persona que cumplían los requisitos para ser la de sus sueños.

Porque con el tiempo, empiezan a descubrir que la persona con la que juraron vivir por el resto de sus días, resultó no ser la adecuada, pero por haber establecido raíces físicas y materiales, no pueden dejarla, pues representa algo más que una compañía, es su presentación ante la sociedad de no ser un fracasado matrimonial.

A causa de esos temores sobre el que dirán, la mayoría de seres se mantienen encadenados en el juramento eterno, sin saber si alguna vez podrán completar el círculo y en verdad sentir “amor”.

Algunos pocos arriesgan toda su fortuna material por completar el ideal y “amar”, total si una vez ya lo consiguieron podrían volver a conseguirlo, pero por ahí ronda otro condicionante: la edad, casi siempre las personas se sienten que ya son mayores para volver a apostar al matrimonio, y deciden que como ya “amaron” una vez, ya no es importante, que venga la muerte, mientras dedican su tiempo libre en algo más.

Muchas veces los participantes de éstas relaciones truncas, optan por situaciones totalmente disímiles, ella se vuelve lesbiana y él homosexual, esta visto que ambos ya no tienen nada que compartir en común, sin embargo desean continuar con su vida sexual, pero para evitar el qué dirán ambos recorren caminos opuestos, y bajo apariencias que el entorno descubre fácilmente, optan por parejas del mismo sexo, considerando que tienen el poder económico para poder comprarlo.

Según mi amigo el poeta Christian Ampuero : 

"El amor es la sorpresa de encontrar en otro a uno mismo", 

frase que comparto en su totalidad. 

Cuantos de nosotros podemos decir es igual a mi, casi nadie, sentir su sentir no importa donde se encuentre, percibir cuando esta triste, comprender lo que dice con sólo mirarlo.

Asi como escribió Gustavo Adolfo Bécquer: 

“ El alma que hablar puede con los ojos, también puede besar con la mirada”, 

sensaciones que yo he tenido la suerte de vivir.

Por ello escribo, sólo cuando hemos descubierto que una mirada puede ser cómplice de mil sentimientos, hemos encontrado a aquel ser perfecto al que deseamos amar, no importa el nivel económico, tiempo, ni edad.

Pero muchos seres, en vez de dejar a un lado a aquel a quien creía amar cuando descubrió que fue equivocada la decisión, esperan sentados al verdadero amor para recién reemplazarlo, jugando a lo seguro; pero la mayoría de veces ya es demasiado tarde para optar a la separación, ya se jugó durante mucho tiempo al “matrimonio feliz” y el peso emocional de rectificar esa farsa, a veces es imposible de soportar. 

A causa de su miedo, mantiene físicamente el matrimonio mucho tiempo después de haberse ido el sentimiento de afecto.

Por ello, existe un contraste radical entre optar por distintos oficios, amistades y relaciones sentimentales ocasionales porque creemos estar tomando la decisión correcta y aquella de mantenernos con la pareja equivocada por miedo a no encontrar alguna alternativa mejor.

En todo caso, esas personas, son consideradas fracasadas sentimentalmente, porque no tienen el valor ni hidalguía de demostrar sus reales sentimientos, prefieren esconderlos, y aparentar que son “felices en su matrimonio”.


"Que hace una mujer mientras espera conocer a su ideal de hombre: se casa con otro hombre”





Fotografías Derechos Reservados

"Beauty and the Beast" pertenece a CBS 

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martes, 15 de septiembre de 2009

La Espina Bífida y el Ácido Fólico


 La espina bífida es una malformación congénita de la columna vertebral, que se caracteriza porque uno o varios arcos vertebrales posteriores no han fusionado correctamente durante la gestación, y la médula espinal queda sin protección ósea, involucrando una saliente espinosa, por donde podrían quedar expuestos al exterior distintos componentes anatómicos, que se ponen de manifiesto principalmente en la niñez.


Según el nivel de gravedad afectará las estructuras, presentándose distintos grados de parálisis, pérdida de sensibilidad en los miembros inferiores, como también alteraciones de la función intestinal y del aparato urinario.

Entre otros efectos puede producir la hidrocefalia o quedar imposibilitado de caminar o de mover los brazos, y en el extremo la muerte antes del año de vida.

Las hay de dos tipos, la oculta, en la que los arcos vertebrales posteriores no están fusionados, la médula espinal, nervios y cubiertas (meninges) se encuentran intactos y no sobresalen; y la lesión es sentida pero como está cubierta por tejido celular subcutáneo, la piel no llega a verse en la parte exterior del cuerpo. Mientras que la abierta, es visible a simple vista, y sus variedades dependen del contenido de los tejidos que salen del canal medular y emigran hacia la piel.


La principal causa de la espina bífida es la deficiencia de ácido fólico en la madre durante los meses previos al embarazo y en los tres meses siguientes, aunque existe un menor porcentaje de los casos cuya causa es desconocida.


El ácido fólico es una vitamina B que ayuda a prevenir lo defectos del tubo neural (cerebro y médula espinal) cuando se toma antes y durante las primeras semanas del embarazo. El ácido fólico está disponible en ciertos alimentos, como en los Cereales, Lentejas, Espárragos, Espinaca, Frijoles, Maníes, naranja, Brócoli, entre otros.



La espina bífida no tiene un componente hereditario, lo que se heredaría sería la dificultad de la madre para procesar el ácido fólico, lo que ocurre en muy pocos casos. También se comprobó que una persona con espina bífida no tendrá necesariamente hijos con la misma discapacidad.

Yo nací y vivo con la espina bífida oculta, cuando tenía más o menos 12 años comencé a cojear y a sentir dolor durante y después de practicar deporte, pero como me encanta ir a mi playa Barranquito en invierno, y conseguir el permiso era difícil, porque iba sola, guarde silencio. 

En mis 20´s mientras pateaba el encendido de mi honda 70, volvió el dolor, y sólo ahí me enteré lo de la espina bífida, y los médicos no comprendían cómo podía caminar, correr, bajar y subir cerros sin mayor problema, según los médicos: mis huesos se fortalecieron por el ejercicio físico que siempre realizo y mi buena alimentación.

Debo confesar que nunca tuve la necesidad de algún medicamento para aplacar este dolor, sólo pienso o hago algo agradable y desaparece la pena, y lo mejor, desde hace más de 20 años casi no existen señales que alguna vez nací con la espina bífida.


Fotografía Derechos Reservados

El actor Brent Spiner recomendando alimentarse con  cereales, vegetales y frutas.

Fotografía Derechos Reservados



Poema Amores versos que relatan mi experiencia con mi Espina Bífida.

martes, 1 de septiembre de 2009

El invisible vendedor de frutas


El parque Torres Paz es uno de los lugares más hermosos del distrito de Barranco, durante muchos años fue un solitario lugar rodeado de singulares predios construidos entre las décadas de 1940 y 1950.

A unos metros hacia el norte existía un amplio lote desde donde crecían las más variadas plantas, entre ellas los árboles de mora, los pacayares, alrededor de muchas matas de granadas, frutas al acceso de los vecinos, porque al parecer nadie era el dueño de esos terrenos.


Hacia mediados de la década de 1950, algunos vecinos del parque y alrededores, comentaban sobre la presencia de un caballero que solía ofrecer distintas frutas muy cerca a uno de los hermosos árboles ombú.

El vendedor tenía una variedad de frutas nativas que los vecinos compraban, pero nadie sabía dónde vivía ni su apellido sólo se le conocía con el nombre de Ermo, tampoco veían a la hora en que llegaba o se retiraba, sin embargo algo lo debía movilizar por la gran cantidad de frutas que tenía para ofrecer.

Lo inolvidable de aquel vendedor, supuestamente era que acostumbraba regalar algunos de sus productos a los niños.

Hasta hoy los alrededores del parque Torres Paz son casi desiertos, pero por aquellos años, era la ruta de los residentes en la zona de Balta para llegar al paradero del tranvía en la avenida Grau, a  la antigua Laguna de Barranco o al complejo deportivo Confraternidad, para lo cual esos vecinos debían cruzar las antiguas líneas del ferrocarril (ya en desuso).

Pero al parecer, otro de los atractivos de caminar por el lugar era la Fruta, que como comenté al principio del relato, también estaba al alcance de los vecinos, tanto en el lote junto a la Quebrada de Armendáriz, como en un largo sector de la bajada, donde se veía inclusive algunos viñedos.


Por esos años el precio de la fruta era cotizado en centavos, una manzana, mandarina o una pera podían costar S/.0.10 o menos, al parecer resultaba bastante barato, pero fueron tiempos de otra valoración de los precios, y esos montos eran importantes para las personas de clases económicas medias y bajas.

Pero aparentemente los precios pagados al vendedor de frutas eran menores a los del mercado, sujeto que al parecer sólo era visible para algunos vecinos y la mayoría de niños.


Empecé a frecuentar el parque Torres Paz en la década de 1960, porque algunas compañeras de colegio y amigas vivían ahí o en las calles aledañas, y también por haber escuchado sobre la supuesta fruta gratuita.

Una mañana de verano, decidí conocer al vendedor, pero no lo encontré, aunque era visible una pequeña ruma de mandarinas cerca a uno de los hermosos Ombú que existían en ese parque, al parecer alguien dejó esas frutas y se fue, aunque era normal que por esos años se dejaran las cosas a merced de cualquier, porque no habían ladrones, ninguna casa tenía rejas ni muros, y todas las ventanas y algunas puertas siempre se encontraban abiertas.

Cuando pregunté por las características físicas de don Ermo, nadie pudo recordarlo, algunos comentarios giraban a un amplio sombrero de paja, pantalones de color beige o blanco, ojotas en los pies siempre sin medias, y una especie de camisón muy grande con algunos adornos alrededor del puño, que al parecer era la bolsa donde cargaba la fruta, por los brillantes colores de tonos fuccias y naranjas.


En mis investigaciones, otros vecinos aseguraban ver al vendedor los fines de semana en los alrededores de la antigua laguna, siempre con un pequeño cargamento de frutas, algunas veces vendiéndola otras regalándola, pero pocos recordaban haberlo escuchado hablar, informándome que las pocas palabras que pronunciaba eran en un idioma desconocido.

Como yo no tenía seguridad si aquel caballero era el mismo Ermo que se trasladaba desde el parque Torres Paz a la Laguna, decidí preguntar a los niños y jóvenes de ambas zonas, para revisar la información, pero el resultado fue el mismo, respuestas vagas e imprecisas.


Transcurrieron los años y el tema pasó a un segundo plano porque no tuve mucha suerte en lograr datos, hasta finales de la década de 1980, en que por razones coyunturales en los mercados era muy difícil encontrar ciertos productos, y los precios se elevaban prácticamente todos los días, hasta que alguien me comentó que en el parque Torres Paz había un señor que ofrecía la fruta a un precio muy cómodo.

Recordé que a unos metros del parque Niño Héroe existía un antiguo carretillero que vendía frutas (quien años después se instaló en una tienda ubicada justo al frente) pero las voces mantenían que el sujeto que vendía las frutas a cómodos precios estaba en el parque Torres Paz.


Retorné varias veces al parque Torres Paz (también porque existía una panadería que producía unos panes y dulces deliciosos), tratando de conversar con los niños y muchachos para saber si habían escuchado sobre el sujeto que regalaba frutas, hasta que un par de niños que aparentaban tener 8 años de edad, aseguraron que un señor regalaba mandarinas y granadas; al preguntar sobre las características físicas del caballero, la respuesta fue muy vaga, un señor como cualquiera, con ojotas y un sombrero de paja.

Entonces decidí volver a preguntar a mis amigas contemporáneas, las cuales en la década de 1960 me habían asegurado sobre la existencia de aquel vendedor de fruta. Lo impredecible fue escuchar que no lo recordaban, y las pocas que tenían vagos recuerdos, tampoco le dieron importancia.


Un día durante el verano del año 2008, mientras paseaba en bicicleta a las 6 de la mañana por el parque Torres Paz, observé con sorpresa, junto a uno de los árboles ombú que todavía quedaba, una bolsa con fruta que parecían ser naranja o tangelos, no habiendo nadie alrededor.

Esperé durante varios minutos, dando vueltas con la bicicleta alrededor del parque para observar si algún vehículo automotor estaba despachando esa mercadería, sin embargo no llegó nadie, acercándome nuevamente al árbol ombú comprobé que efectivamente ahí habría al menos unos 5 kilos de tangelos.







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