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sábado, 22 de octubre de 2022

Malecón Ingleses en Barranco siglo XX


Hacia finales de la década de 1880, casi toda la zona del malecón de Barranco estaba deshabitada, a excepción de algunos ranchos construidos en las calles Domeyer y Sucre.


En esa zona, comprendía desde la calle Domeyer hasta la actual calle Centenario, conocida como el Pacayar de Larrion, sólo existían un par de residencias veraniegas.


Quizá, esa fue la razón, por la que el ciudadano Mattinson, decidió donar una parte de su terreno, para la construcción de un parque con vista al mar, y así tener la oportunidad de urbanizar la zona, ofertando a un mayor precio sus terrenos.

Fue así, que en el año 1891, mediante escritura pública, Juan Mattinson cedió ese terreno a la Municipalidad de Barranco.


En aquella época, también fue necesario, solicitar la colaboración económica de los vecinos, para la implementación de dicho malecón, con la justificación del posterior acceso libre a la hermosa vista de la bahía de Lima.


El Malecón de los Ingleses fue construido en la cuadra 3 de la calle Batallón de Junín, paralela a la primera cuadra de la actual Prolongación Av. San Martín.

Aquella calle era perpendicular a la calle Domeyer, y desembocaba en la plazuela Alfonso Ugarte, ubicada sobre la calle de Sucre.


Los principales beneficiarios serían los nuevos vecinos de esa zona, ciudadanos ingleses y alemanes, que empezaron a edificar sus viviendas alrededor del nuevo malecón.

Para los residentes y visitantes del nuevo distrito, el Malecón de los Ingleses, era el mejor lugar en toda la bahía para admirar el panorama y las playas de piedras, que lucían la vida marina en todo su esplendor.


En esa pequeña área, pero muy bien distribuida, se construyeron unas terrazas, se colocaron bancas y una hermosa baranda tallada en madera, rodeada de árboles, que adornaban el paisaje.


Además era muy refrescante sentir la brisa marina, así como escuchar algo similar a las caídas de agua, debido a que a pocos metros de distancia, en el acantilado, se encontraban varias filtraciones de agua dulce, lo cual provocaba que toda la zona luzca con una espesa vegetación, propia de las laderas del mar.


En el año 1988, por Resolución Jefatural Nº 509-88-INC/J del 1/9/1988 se amplió la Zona Monumental del distrito, incluyendo al Malecón de los Ingleses, ampliando la Resolución Suprema Nº 2900-72-ED del 28/12/1972 que lo declaraba Urbano Monumental, por la concentración de residencias de ingleses en el lugar, y por ser sus predios de las primeras décadas del siglo XX.


Durante varios años, entre las décadas de 1960 y 1990, la vereda de la calle Batallón Junín separaba al Malecón de los Ingleses por un pequeño muro protector, para poder admirar el atardecer era preciso saltar dicho muro y caminar unos metros hasta el acantilado.


A principios de la década del 2000, por diversas razones, se perdió la balaustrada que se encontraba sobre el murete del Malecón, aparentemente ello había contribuido a que se ampliara dicho malecón, hasta el borde del acantilado, y a pesar de ser considerado un lugar emblemático, la Resolución Directoral del Instituto Nacional de Cultural Nº 1750/INC, del 19/12/2005 lo delimitó.


Con esa Resolución, delimitan el Ambiente Urbano Monumental del Malecón de los Ingleses, con un área de influencia de 5.00 metros circundante a su perímetro, con lo cual se perdió aquella maravillosa vista a la bahía de Lima, porque todas las edificaciones laterales, invadieron sus espacios, lo que lo encajonó.



Fotografía Derechos Reservados

sábado, 15 de octubre de 2022

SJC 2 Recuerdos en secundaria


Continuo relatando mis recuerdos vivos de los diez años que estudié en el colegio San José de Cluny de Barranco.

El colegio San José de Cluny se ubica entre las calles Cajamarca, San Antonio y San Marcos, en algún momento tuvo educación mixta, siendo casi cien los años en que sólo fue para el alumnado femenino, desde hace unos años ha vuelto a ser mixto.


11. La Capilla: 

En el año 1968, siendo alumna del primer año de secundaria, nuestro salón se ubicaba en el segundo nivel, al otro extremo de la siempre bien surtida y actualizada biblioteca, cuyo acceso de ingreso es una larga escalera que existe a la fecha.

Hasta ese año pudimos disfrutar de la hermosa capilla, cuyas baldosas lucían perfectas a pesar del tiempo, las esculturas de los santos siempre tenían alguna vela encendida, y cuadros se lucían hacia la zona central, la cual era suficientemente espaciosa para que todo el alumnado ingresara a rezar determinados días del año.


Lugar frecuentado también por las alumnas, en especial durante los exámenes finales. Era normal ver a las estudiantes de secundaria fueron tiempos en que si no se aprobaba el curso regular, era necesario un examen oral ante un jurado, y ello conllevaba muchos nervios entre las adolescentes.


Aunque también recuerdo la continua presencia de muchas damas, madres de las alumnas, que solían participar en distintas ceremonias, previo encendido de las velas.

La capilla fue construida tiempo despues del funcionamiento del colegio, según antiguas historias la arquitectura sólo contemplaba un primer piso. 

Posiblemente algún día acuda al área de catastro de la Municipalidad de Barranco para solicitar los planos de nuestro antiguo colegio.


12. Los nuevos salones: 

No tengo recuerdos sobre los salones durante el segundo y tercero de secundaria, pero si del cuarto y quinto año, muy cerca de la ventana con vista a la calle Cajamarca. 

En la década de 1970 ya no existía el hermoso jardín central, en su lugar se había habilitado una cancha deportiva múltiple, en medio de los dos edificios de tres pisos donde funcionaban las aulas, manteniendo los extremos, tanto hacia la calle San Antonio donde se encontraba la puerta principal, como las áreas de descanso de las meres, hacia el centro de la calle, 

 

habiendo acondicionado la capilla y la gruta en diferentes áreas, tanto en las nuevas construcciones como de las antiguas.



13. La ubicación física de mi carpeta: 

Mis recuerdos en clases son diversos, pero la más objetada es la asignación de la fila en el salón, el cual era asignado aparentemente por orden de estatura; a pesar de solicitar varias veces mi deseo de sentarme en la primera fila eso nunca sucedió, prevalecía la estatura. 

Siendo un aula plana existían muchos inconvenientes: el no poder mirar lo que escribían en la parte inferior de la pizarra, de no escuchar adecuadamente a la profesora debido a que los murmullos crecían exponencialmente según la fila, para el momento del ingreso y/o salida se debía destinar varios segundos y hasta minutos para movilizarnos al esquivar maletas, loncheras, libros, chompas, mandiles y todo lo que las alumnas de las primeras filas colocaban en los pasadizos.



14. El equipo de vóley: 

Me agradaba jugar vóley, aunque más me gustaba el básquet, entre otros deportes, sin embargo el vóley era la principal actividad física del colegio, el cual nunca tuve la oportunidad de practicar como parte del equipo del aula, porque al parecer no era la profesora la que escogía a las jugadoras, sino las mismas alumnas. 

Eran algunas alumnas de cada salón las que decidían quién representaba a la clase, quién sería suplente y quién no tenía ningún acceso a participar. 

Ello me llevó a pensar que: “lo importante no era jugar bien sino ser amiga de . . .”.



15. Las Actividades artísticas

Situación similar sucedía con obras teatrales y del coro, se escogian a las protagonistas de un determinado grupo de alumnas, siendo casi siempre las mismas, y si era obligatorio que todo el alumnado participe, era imposible lograr un protagónico, so cualquier pretexto.

Por alguna circunstancia las alumnas más "gritonas" y muchas veces con un objetado comportamiento, tenian el rol principal, pues supuestamente serían las únicas que podrian aprender el libreto. 

Tiempo despues, mi pensar me hizo deducir que era una manera sana de alejarlas del salón de clase.

 

Yo nunca pude obtener un rol protagónico, ni siquiera secundario, sin embargo la vida me premio al poder ofrecer más de 40 recitales individuales de poesía, teniendo el auditorio por noventa minutos sólo para mí. Además de otras actividades culturales y conferencias economicas, algunas relacionadas con la serie de televisión Star Trek, así como numerosas entrevistas en medios de prensa.

Pero en esos años, fue una incógnita el por qué nunca me consideraron para una obra teatral en el colegio, habiendo obtenido varios “20” de nota en el curso de Castellano, por aprender y recitar de memoria versos tan extensos como la “Oda a la Vida Retirada” de Fray Luis de León, entre otros poemas, era fáctico que tenia buena memoria, no recuerdo a alumna que recitara algún poema de más de cuatro versos.


Quizá por ello en las presentaciones teatrales las interrupciones eran constantes, era obvio que las protagonistas se olvidaban del libreto.

Ello sucedía en todos los salones del colegio, sólo algunas podían estar en el proscenio, liderazgo que culminó al concluir su etapa escolar.


16. El Periódico mural: 

La selección de participantes también era para cierto grupo de alumnas, supuestamente sólo las de mejores notas podían colocar sus artículos en el pizarrón que se encontraba en la pared del fondo. 

Pero era recurrente observar que muchos de los artículos eran “simples copias” de un diario o revista, obviamente escrito por un tercero, no recuerdo haber leido algo inspirador de las escritoras.

 

Hecho que se mantiene 50 años después, la mayoría de mis compañeras de colegio continúan “copiando y pegando”.

 


17. Un volantín para atrás:

Las clases de educación física siempre fueron muy relajantes, yo por haber nacido con la espina bífida (descubierta a mis 22 años), a veces rengaba y sentía intensos dolores en el coxis, pero nadie se dio cuenta, porque en lo posible traté que no se notara. 

Pero mi mamá conocía lo de mis dolores en el coxis, y por su recomendación evitaba realizar el volantín para adelante, optando por ejercitarme con el volantín hacia atrás. Fui una de las pocas alumnas del colegio con las habilidades para desarrollarlos, esa práctica me procuró varios 18 de nota.



18. “Which Way You Goin Billy”: 

También recuerdo una actividad publica en el estadio Gálvez Chipoco, para la cual adquirimos un “ula ula” y un horrible polo de color magenta intenso, que nos hacía parecer unas bolsas.

La coreografía y la música fue ideada por alguien, nunca supe por quién, así como el desagradable color del polo.

La melodía del año 1969, fue una grabación  interpretada por el grupo Poppy Family.

 


19. La Música clásica: 

Uno de los más gratos momentos lo viví fuera del colegio, debido a que como parte de las actividades culturales teníamos que escuchar música clásica, por ello varios domingos por la mañana fui al Teatro Municipal de Lima, siendo una solista para piano mi concertista preferida.

 


20. Los Retiros y paseos: 

Al ser un colegio religioso, las meres solían preparar retiros espirituales al menos una vez al año, organizado por la congregación, a los cuales nunca asistí; sin embargo era frecuente escuchar los preparativos y los resultados semanas antes y después de esos eventos. 


Igual se preparaban paseos escolares, yo asistí a uno convocado a la playa “El Silencio”, no recuerdo si fue un día de noviembre o diciembre de 1972, con un desplazamiento de más de dos horas de ida y otras tantas horas de vuelta, al llegar a la playa el clima estaba nublado, no existía personal de seguridad ni de socorro, eran unas aguas desconocidas con profundos pozos ante cualquier marea alta, fue irresponsable de mi parte ingresar a un mar ignoto, lo cual podría haber provocado un accidente.

Un paseo fútil teniendo a la playa Barranquito a sólo 5 minutos.




Fotografías Derechos Reservados









martes, 4 de octubre de 2022

Calle Roma en Miraflores


La calle Roma forma parte del grupo de vías nominadas en homenaje a las ciudades y países europeos.


Fue lotizada a principios del siglo XX, pero recién pero recién urbanizada hacia la década de 1940.


Se inicia en la octava cuadra de la avenida Pardo, paralela a la Alameda Cristina Galvez.


Cruza la octava cuadra de la calle Berlín hasta llegar a una pequeña plaza interceptando con la calle León, antes llamada Piérola, así como la calle Jose Galvez.


En ese lugar modifica su sendero, girando algunos grados hacia el lado izquierdo.


Para continuar hacia el malecón Cisneros.


Continúa su sendero hacia el malecón cruzando las calles Francia y Madrid, culminando en el Malecón Cisneros, a pocos metros del monumento del parque Antonio Raimondi.


La mayoría de predios de la primera cuadra fueron construidos a mediados del siglo XX; sin embargo hacia el final de la misma cuadra existía un singular predio de dos niveles, con hermosos adornos en el techo, inclusive hasta parecía tener un pequeño torreón.


Ese local funcionó como centro educativo y luego como canal de televisión hasta principios del siglo XXI, en que fue demolido.


En la segunda cuadra hay un local comercial que por sus características pareciera haber sido construido hacia la década de 1930, de un solo nivel ocupa gran parte de ambas calles.


La construcción de viviendas multifamiliares también fueron frecuentes en esta calle, casi siempre con un par de predios en la zona delantera, los cuales mantenían espacios para las áreas verdes, y varios departamentos en el interior.


Esos departamentos son de dos niveles, con limitadas áreas para las plantas, pero con detallados adornos en las puertas y ventanas.


Hacia el lado derecho de la segunda cuadra existe una larga pared que forma parte de las viviendas construidas para el sector económico bajo de esa zona de la ciudad.


Al finalizar al lado izquierdo de la segunda cuadra hay un predio construido a mediados del siglo XX, pero por haber sido la residencia de la artista plástica Cristina Gálvez, el predio ha sido considerado patrimonio inmueble de Miraflores.


En la intersección con las calles León y Gálvez existe un importante predio de dos pisos con detalladas ventanas y adornos en la parte superior, que no forma parte del patrimonio inmueble del balneario.


Otro conjunto de viviendas multifamiliares se ubica en la tercera cuadra, pero a diferencia de la mayoría de quintas, las zonas de acceso para los departamentos internos se realiza mediante unos angostos pasajes.


Estos departamentos también tienen adornos en la fachada y ventanas, así como algunos pequeños balcones.


Similares detalles arquitectónicos fueron considerados en los predios ubicados en la acera del frente.


Tanto la tercera como las siguientes cuadras, los predios construidos en el siglo XX se confunden con los nuevos edificios del siglo XXI, en la mayoría predomina altos muros de cemento, sin belleza arquitectónica ni áreas verdes.


A mediados de la década del 2000 la Municipalidad de Miraflores decidió plantar una serie de árboles en todo la ciudad, inclusive en esta calle, y luego de más de 15 años la mayoría luce frondoso, para el bienestar de la comunidad.


En la cuarta cuadra existía un hermoso predio que a pesar de sus altos muros de cemento, permitía apreciar la calidad y los detalles curvos del diseño, además de tener varios árboles en la zona interior, los cuales desaparecieron a raíz de su demolición.


En la misma calle se encuentra otra quinta pero con sólo algunos departamentos, cuya vía de acceso es un pasaje, sin áreas verdes.


En la quinta cuadra se mantiene una residencia que ocupa casi la mitad de la cuadra, inicialmente construida de dos niveles, con ventanas y puertas con acabados en forma de arco.


Por las características, al parecer no tenía el muro de protección al borde de la vereda, el cual podría haber sido colocado hacia la década de 1990, también carece de áreas verdes visibles, y se ha habilitado un tercer nivel.


El edificio ubicado en esquina con la calle Madrid tuvo la feliz idea de dejar una zona para las áreas verdes, vista que alegra el panorama.


En la tercera cuadra de esta calle funciona la facultad de una universidad, tanto las aulas como su biblioteca, y durante muchos años un establecimiento dentro de la universidad que fabricaba pan.


La venta del pan era para el público en general, y en una de mis visitas descubrí que en uno de los salones esta facultad tenía un peculiar museo de peces de distintos tamaños y colores.


Ese local es la Facultad de Oceanografía, Pesquería, Ciencias Alimentarias y Acuicultura de la Universidad Federico Villarreal.




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