En la calle Buenaventura Aguirre en el distrito de Barranco reside una persona con habilidades distintas, tiene la posibilidad de descubrir lo que la mayoría de nosotros no puede ver, y lo más grave es que pensamos no existe.
La historia se remonta a finales de la década de 1980, aquella persona a quien nombraré Alberto solía mirar hacia el piso de su vivienda, y en cualquiera de las habitaciones se le escucha decir en voz alta
“¿qué haces viviendo ahí?”,
“¿por qué estás ahí abajo?”,
“¿qué quieres?”,
Pero en su hogar nadie notaba que hablara con otra persona o con algún animal, simplemente lo escuchaban hablar.
Transcurrieron los años, y el comportamiento de Alberto fue similar, aunque el ruido de los vecinos, la bulla del tránsito, las nuevas edificaciones y otros sonidos motivaron que aquella actuación y aquellas preguntas pasaran desapercibidas para su familia.
A principios del siglo XXI, Alberto era una persona muy conversadora, pero en lo posible evitaba hablar sobre los momentos en que hablaba mirando al piso, aunque su madre siempre intuyó que algo estaba escondiendo, reduciendo a hacerlo sólo en su habitación, luego de lo cual salía rápidamente.
Un día que estaba leyendo en la sala de la casa, dejó de leer y empezó a hablar con un tono amenazante (este es el relato de su madre, quien estaba presente), aquél, mirando fijamente el piso de parquet empezó a decir:
“no te levantes”
“quédate ahí enterrado”
Esas palabras no solo asustaron a la madre, sino que a uno de sus hermanos mayores que se encontraba en una de las habitaciones contiguas.
La madre inquirió a Alberto preguntándole ¿a quién le estaba hablando?, pero éste no le quiso responder, manteniendo la mirada con algo o alguien que estaba, aparentemente, debajo del piso.
El relato continuó con
“no se te ocurra levantarte”
y
“mantente ahí”,
La sorpresa de la madre se convirtió en miedo, era obvio que su hijo estaba hablándole a alguien, o tenía un problema mucho más serio que el diagnosticado cuando era niño.
Horas después, cuando el asunto parecía olvidado, la madre se acercó a la habitación de Alberto, con el deseo de escuchar alguna versión del evento, ante lo cual, éste comenzó a relatarse a su madre lo que sucedía.
Dijo que desde que él era pequeño empezó a ver a un sujeto a través del piso de parquet de cualquiera de las habitaciones de la casa, inclusive alguna vez lo vio en el patio, cuyo piso era de cemento, al principio no comprendía lo que sucedía, por ello se lo contó a su hermano mayor, pero debido a la poca diferencia de edades, éste no le dio importancia.
Transcurrieron los años, y eventualmente aquel sujeto que aparecía en el sub suelo empezó a entablar una conversación con Alberto.
Al parecer era un sujeto que vivía muy cerca a unas montañas, con su familia (mujer e hijos), tenía varios hermanos que residían en los alrededores además de otras familias, la mayoría se dedicaba a la pesca, algunos a la agricultura y el acopio de frutos, acostumbrando los pescadores ir por la quebrada hasta el acantilado y desde allí a la orilla del mar.
Afirmó tener seis hijos, a los cuales no veía desde hacía mucho tiempo, el último recuerdo de sus hermanos y compañeros de pesca fue una tarde en que tuvo un problema en el mar, y que mientras lo ayudaban a regresar a su casa, sintió desmayarse por alguna razón, hasta que un día se despertó, pero observó que nada alrededor le era conocido.
Ni las casas, ni los ambientes, ni el mobiliario, tampoco existían chacras ni animales alrededor, hasta el sendero por el cual iba al mar era distinto, ¡había cambiado!, la tupida vegetación había desaparecido, y lo peor era que no existían señales de su familia.
No tenía idea de cuánto tiempo había estado enfermo y/o durmiendo, pero reconocía la antigua ruta hacia el mar, así como los restos de una antigua construcción al borde.
Alberto continuó relatando que, dicho sujeto aseguró que ante distintos sonidos con voces que no identificaba, decidió investigar que sucedía, fue así que vio a varias personas desconocidas para él (en idioma, vestuario y entorno), hasta que lo descubrió, que al principio simplemente lo empezó a mirar, hasta que sin saber cómo, supo traducir o interpretar su idioma.
Fue en una de esas primeras apariciones, que el sujeto (cuya apariencia se mantenía en el tiempo), trató de elevarse, por ello Alberto le habló en forma imperativa, diciéndole que no se levantara.
La madre, trataba de asimilar esa conversación, porque para ella no tenía sentido, lo escuchó calmada y sin interrumpir.
Preocupada por la salud de su hijo trató de indagar por hechos similares entre sus amistades, hasta que una de ellas (una amiga en común), le comentó que conversara conmigo, tiempo después, una tarde me llamó, identificándose, porque deseaba relatarme esta historia.
De una manera calmada, un día decidí ir a visitarla, para conversar de manera disimulada, ambas con un tono de voz muy baja; hasta que de pronto empecé a escuchar a su hijo quien al parecer hablaba con alguien, pero por sus palabras, parecía que ese alguien estaba enterrado en alguna parte, quizá un antiguo cementerio ubicado en los alrededores de su predio.
La conversación era fluida entre ambos, aunque yo sólo escuchaba a Alberto, como si estuviera hablando con alguien vía el teléfono, por sus palabras, especulé que el sujeto aparentemente había fallecido hace siglos, pero que al parecer, él estaba seguro que continuaba vivo.
Esta historia tiene al menos diez años de relatada, cuando traté de volver a localizarlos, descubrí que la madre de Alberto ya no reside ahí, ignoro si aquel sujeto continua tratando de elevarse del sub suelo.
Duendes en Barranco 1ra parte
Duendes en Barranco 2da parte
Duendes en Barranco 3ra parte
Duendes en Barranco 4ta parte
Duendes en Barranco 2da parte
Duendes en Barranco 3ra parte
Duendes en Barranco 4ta parte
Fotografías Derechos Reservados
El área de Lima albergó muchas huacas, era pues un área dedicada a los cementerios y la agricultura.
ResponderEliminarResultado de ello hay innumerables casos de edificaciones hechas sobre restos humanos- No es extraña la tradición de colocar monedas en los cimientos y llamar a la parroquia para bendecir la casa.
Vivimos rodeados de restos humanos de 500 años y sus manifestaciones son captadas por algunas personas y casi todos los animales, inclusive el mal de ojo tiene su vinculación con la visión de un muerto caminante. El susto o daño de los seres más sensibles, puede tener este origen.