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sábado, 22 de abril de 2023

Funicular de Barranco XX


Los finales de los años cincuenta y principios de los sesenta fueron años maravillosos para los barranquinos, viajar en ferrocarril, tranvía, funicular, visitar el zoológico, la hermosa laguna colmada de grillos y patos, jugar en los juegos del Parque Confraternidad, momentos que puedes decidir por donde caminar o correr, sin que nuestros padres nos sujeten de la mano.

Desde mediados de la decada de 1960, los servicios del Funicular estaban restringidos a determinados horarios, pero al ser clausurado sólo nos quedaba descender a las playas cruzando el Puente de los Suspiros mediante la Bajada de los Baños, o por las recientes habilitadas veredas de la Quebrada de Armendáriz.


El Funicular de Barranco fue construido por Rudolf L. Holtig, un comerciante alemán, quien junto con su compatriota Federico Domeyer, adquirieron algunos terrenos en la ciudad de Baranco en el año 1883.

En los terrenos colindantes con el acantilado, muy cerca donde se encontraban los Arietes Hidráulicos que abastecían de agua a los vecinos de la zona, se instaló la Estación del Funicular, en sociedad con el señor Juan Gamarra.


El espacio decidido fue el final de la calle Domeyer, muy cerca al Malecón de los Ingleses y a la actual calle Sucre, la cual era una antigua ruta para acceder al acopio de agua así como de los pescadores.

Al final de la tercera cuadra de la calle Domeyer, se ubicaba un pasaje con acceso a la calle Sucre, continuando el acantilado y algunos predios en los espacios laterales, determinando construir el local del funicular justo en esa esquina.


Para el acondicionamiento de los rieles por donde transitarían los vagones, fue necesario realizar trabajos de ampliación de la quebrada del acantilado de la calle Domeyer.

El vehículo estaba pensado en brindar el mismo servicio y comodidad del funicular existente en el distrito de Chorrillos, el cual permitía descender y ascender de la orilla del mar en pocos minutos, siendo el barranquino de dos vagones, siendo en doble vía.

Para formalizar el proyecto, en octubre de 1895 se creo la "Empresa del Funicular de Barranco Limitada". 


El funicular fue inaugurado el 28 de julio de 1896, con dos vagones, que subian y descendian al mismo tiempo.

Para acceder al funicular se requería de un pago, tanto para el descenso como para el ascenso, ubicado en el mismo local de la calle Domeyer.

También existía una caseta en una loma a varios metros del nivel del mar.

Aquel era también el recorrido final del funicular, a más de cinco metros del nivel del mar.

 

El funicular era accionado por un sistema hidráulico con contrapesos de tanques de agua, que se llenaban y vaciaban.

El abastecimiento del agua provenia de los arietes instalados tiempo atrás para tal fin, permitiendo subir y bajar simultáneamente los dos vagones o cabinas cada uno con capacidad máxima de 28 pasajeros. 


Los vagones estaban sujetados mediante un cable de acero trenzado, siendo necesario realizar las acciones de frenado ya sea con la polea como con el esfuerzo humano, pero sobre todo con mucha seguridad, en especial en el momento del descenso.


Los servicios de transporte mediante el funicular, tenían autorización municipal, sin embargo, la demanda por los servicios no era constante, su uso se limitaba a los meses de verano, y algunos fines de semana de los meses previos o siguientes al tiempo de estío.


Los menores ingresos en la recaudación de los servicios del funicular, impidieron cancelar sus deudas municipales, por ello en octubre de 1903, pocos meses antes de iniciar una nueva temporada de verano, la Municipalidad de Barranco canceló el servicio por falta de pago de sus obligaciones.


Estando paralizado el sistema, y con una importante deuda municipal, en 1906 Rudolf  Holtig alquiló el sistema por algunos meses a Alejandro Neckestopulis, sin embargo los resultados económicos continuaron siendo negativos, debido a la poca demanda del servicio durante los nueve meses de baja temporada playera.


El 16 de abril de 1910, Rodolfo Holting, después de comprar todos derechos de su socio Juan Gamarra, vende el funicular y la faja de terreno al Concejo Distrital de Barranco, por la cantidad de 500 libras peruanas.


 La Municipalidad de Barranco, entregó en concesión el Funicular a las Empresas Eléctricas durante 17 años, empresa que modificó el sistema de arrastre hidráulico por el eléctrico.


 Pero la antiguedad y los efectos de la corrosión fueron malogrando los equipos, por ello se clausuraron los servicios del Funicular por obsoleto. 

Al poco tiempo se decidió que podrían realizarse modificaciones para reducir costos, al instalar un sólo vagón que descendería y ascendería, el cual sería más pequeño, y por lo tanto con menor capacidad de pasajeros.


Su nuevo funcionamiento sería por una propuesta del nuevo local de los Baños de Barranco instalados en la playa del mismo nombre, en el cual se realizaban importantes reuniones y fiestas, que motivaron la mayor demanda de ese transporte, durante todos los meses del año, inclusive en horario nocturno.


Por ello en el año 1930 nuevamente empezó a atender, funcionando totalmente con energía eléctrica.


La importancia del servicio del funicular fue crucial para los empresarios que habían instalado y acondicionado el servicio de restaurant, cafetería, pista de baile, así como camerinos y servicios de duchas para los que deseaban asistir a local conocido como los Baños de Barranco, y su demanda empezó a ser continua durante todos los meses del año.


Otro aspecto importante en los usuarios de este servicio, era que al desarrollarse fiestas y todo tipo de ceremonias en el local sobre la playa, damas y caballeros optaban por asistir con sus más elegantes prendas, por ello, las facilidades del funicular, les permitía un menor contacto con el sendero afirmado de la Bajada de los Baños, así como un largo y cansador camino de subida, en especial para las damas acostumbras a usar zapatos con taco.

 
Pero el auge automotriz de la década de 1950, y los recientemente habilitados senderos vehiculares motivaron que muchas personas optaran por descender a las playas mediante su propio automóvil, o algún servicio de taxi, lo cual redujo la demanda de los servicios del funicular.

Hacia la década de 1960, las instalaciones en las playas de los distrito de Chorrillos y Miraflores, empezaron a tener mayor acogida que las barranquinas, por lo cual también disminuyeron los clientes al local de los Baños de Barranco.


En el año 1971, el alcalde de Lima, Eduardo Dibós, mandó demoler el local de los Baños de Barranco para permitir la construcción del Circuito de Playas de la Costa Verde.

Con la ampliación de las pistas, la habilitación de espacios para el estacionamiento vehicular, y la eliminación del local de entretenimiento sobre la playa, procuraron que los servicios del funicular volvieran a limitarse a los meses de verano, y sólo durante el horario vespertino.

El poco servicio de mantenimiento y la cercanía al mar, nuevamente motivó que la corrosión fuera malogrando todo el sistema, e inclusive al vagón.


En Mayo de 1972, las Empresas Eléctricas, liquidaron los activos y pasivos, devolviendo a la Municipalidad de Barranco el local así como todo el mobiliario relacionado con el funicular.

En 1976 la administración edil decidió suspender totalmente el servicio, aunque en realidad hacía varios años que el funicular barranquino ya no funcionaba.


En el año 2012, la Municipalidad de Barranco postuló e ingresó al Programa Teleféricos del Perú, del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, realizando un perfil para la rehabilitación y puesta en funcionamiento del Funicular de Barranco.


El Funicular de Barranco fue el noveno en instalarse a nivel mundial, y el primero en America Latina,  teniendo como referencias los instalados en La Rioja en Argentina (1906); el de Santiago de Chile (1925) y el de Moserrate en Bogotá (1929). La mayoría de ellos continua funcionando.

Las instalaciones del funicular pueden ser visitadas, según cronogramas de la Municipalidad de Barranco.






sábado, 15 de abril de 2023

Quinta Heeren II en Lima


La Quinta Heeren es un antiguo y misterioso lugar ubicado en el jirón Junín 1201, del cercado de Lima, su acceso es mediante un largo sendero que lo ubica entre los jirones Huanuco, Maynas y Ancash.

Desde que empecé a divulgar la existencia de algunas fotografías captadas por mi padre, algunas personas empezaron a relatarme diversas experiencias relacionadas con la famosa quinta, entre ellas, una de mis mejores amigas, quien evocó con cariño los momentos de camaradería y amistad que su padre vivió durante varios años.

Algunos de aquellos hermosos recuerdos, fueron compartidos entre padre e hija, cada vez que revisaban las fotografías del álbum familiar, como la celebración de los cumpleaños, las fiestas de carnavales, así como algunos eventos especiales festejados por los miembros de esta singular quinta, donde al parecer existía muy buenas relaciones entre sus habitantes.

Aquel caballero es descendiente de ciudadanos italianos, viviendo con su familia durante varios años, entre su niñez y adolescencia, siendo lo más memorable que aquel lugar era un crisol de nacionalidades, donde era frecuente escuchar conversaciones en distintos idiomas, lo que conjugaba con celebraciones relativas a dichos países.

Su permanencia en la Quinta Heeren fue entre las décadas de 1920 y 1940, luego del cual su familia se mudó al distrito de Barranco, a uno de los predios de la Alameda Saenz Peña.


Mis recuerdos en cambio casi no existen, visitada con mis hermanos y mi papá hacia la década de 1960, la encontraba muy parecida a algunas de las calles y quintas del distrito de Barranco, donde residíamos.

Fueron tiempos en que acostumbrabamos conocer la ciudad, como la estación del tren, así no fuéramos a subir al ferrocarril, la Plaza Bolívar, la hermosa Plaza Italia, pero al parecer la Quinta Heeren, era su lugar preferido para captar fotografías.


En cada visita, solía relatarnos alguna conexión entre él y los predios o plazas, familiares, amicales, laborales e históricas. Incluyendo en sus narraciones algún momento interesante, como para despertar el interés en nosotros, sus hijos, un niño de 9 años, yo de 8 años, y mi hermana pequeña de 2, que siempre era la más entusiasmada por escuchar.

Por ello,  yo no estaba conciente si el distrito del Rimac y la zona de los Barrios Altos quedaban muy lejos del distrito de Barranco.


A finales del año 1978 laborando en la Casa Nacional de Moneda, varias veces aproveché mi horario de almuerzo, para caminar por los alrededores de la cuadra 3 de la calle Junín. Ingresando alguna vez a la Quinta Heeren, en cuyos predios y entorno ya se notaba los estragos de las Leyes de Inquilinato de las décadas de 1960 y 1970.

 Asi como el notorio descuido de sus áreas verdes.


En el verano del año 1990, a insistencia de un amigo aleman, volvi a ingresar, porque en su revista de viajes, era obligación turistica visitar esa quinta como parte de las recomendaciones al llegar a Lima. Aquel dia noté que el deterioro era aún mayor, pero para el turista alemán el lugar le pareció interesante, evocando a la  Alemania en tiempos de post guerra.

Hace unos meses revisando negativos captados por mi padre, descubrí vistas de esta quinta, documentos históricos bastante deteriorados, al parecer realizadas en la década de 1960, ya que él siempre acostumbraba llevar su cámara fotográfica.

Adjuntaré las vistas en varias etapas, las cuales son panorámicas, sin embargo debí reducirlas   por razones de publicación.




martes, 4 de abril de 2023

Av Comandante Espinar en Miraflores


La avenida Comandante Espinar se inicia a la altura de la séptima cuadra de la avenida Pardo, y de la primera cuadra de la calle Jorge Chávez, o la Alameda Cristina Gálvez.


Nombrada en homenaje al teniente coronel Ladislao Espinar Carrera (Cusco 1842 - Tarapacá 1879), héroe de la Guerra del Pacífico.


No existe registro de la existencia de esta avenida hasta la década de 1930.

A pesar de estar delimitada toda la zona como vía afirmada, no existían predios, por haber sido toda la zona una importante terrenos de cultivo hasta mediados del siglo XIX.


Sólo existía un predio ubicado justo en toda la primera cuadra, que pertenecía a los dueños de ese inmenso campo de cultivo así como parte de los terrenos de la zona de Santa Cruz.


Ese predio comprendía totalmente la avenida Espinar, la avenida Pardo y las calles 2 de Mayo y General Iglesias.


Sin embargo es curioso que gran parte de los terrenos con destino al sur, ubicados sobre la calle Jorge Chávez habían hermosas mansiones, algunas de las cuales ocupaban media manzana.


En un antiguo plano de la década de 1930 se observan algunas rústicas casas hacia la segunda y tercera cuadra, 


en especial en la esquina con la calle Enrique Palacios


Construyendose varias quintas multifamiliares hacia mediados del siglo XX


La avenida es atravesada por la calle 2 de Mayo por ambos lados, seguida por la calle Enrique Palacios, la cual tiene una declinación hacia la derecha justo en esa intersección.


Continua con un pequeño pasaje para ingresar a la calle Marques de Torre Tagle, espacio donde se habilitó un pequeño parque bautizado con el nombre Piura, que es el titulo de la siguiente calle, la cual al igual que la anterior continua a varios metros hacia el norte del lado izquierdo del parque.


A la altura de la cuarta cuadra se encuentra la calle El Rosario pero sólo por el lado izquierdo.


Continúa en la calle Chiclayo, la avenida Angamos Oeste, y la calle Julio Becerra por el lado izquierdo.


Metros más hacia el norte la cruzan la calle Eduardo de Habich por el lado derecho, la calle Lino Alarco por el lado izquierdo, y la calle Enrique Meiggs por el lado derecho.


Culmina en el Ovalo Gutiérrez, a metros de la avenida Santa Cruz.


Hasta la década de 1940 todo el sector comprendido entre la calle Piura y el Ovalo Gutiérrez fue un terreno sin construir, inclusive sin delimitar, ni siquiera estaba planificada la continuación de la av. Angamos Oeste en la zona izquierda.


Parecía ser solo un lote que abarcaba desde esta avenida hasta la avenida Santa Cruz.


Sin embargo si existían algunos predios sobre el lado derecho, en especial en el sector entre las calles Habich y Meiggs.


Hacia la década de 1930 el ómnibus urbano de Miraflores llegaba hasta la esquina de la Alameda Pardo con la recién habilitada avenida Espinar, lugar donde giraba completamente para regresa por la misma Alameda Pardo.


Pero fue recién hacia finales del siglo XX que toda esta segunda etapa de la avenida Espinar comenzó a tener mayor auge para las empresas, comercios y locales de comida.


Una variedad de negocios se ubicaron muy cerca del Ovalo Gutierrez.


Construyendo varios edificios multifamiliares, con pocas o casi ningún espacio para las áreas verdes.


Hasta principios del siglo XX no existía árboles sobre las veredas de esta importante avenida, todos los árboles, arbustos y flores se cuidaban sólo en la zona central.


Por una propuesta de los vecinos, a principios del siglo XXI se plantaron alguunos árboles sobre las veredas, la mayoría de ellos felizmente están creciendo.


Esos árboles y los antiguos predios construidos a mediados del siglo XX, que aún quedan en esta nueva avenida, deberían formar parte del patrimonio inmueble de la ciudad.


Siendo uno de los más destacables la hermosa residencia ubicada en esquina con la calle Enrique Palacios, con hermosos balcones visibles a ambos lados.


Así como una curiosa casa escondida entre las tiendas ubicada en la última cuadra de la avenida, metros antes de llegar al Ovalo Gutierrez.


Y la antigua residencia ubicada en la primera cuadra de la avenida Espinar en esquina con la Alameda Pardo, el predio ocupaba hasta las calles 2 de Mayo y General Iglesias.

Actualmente es la casa del embajador de Brasil.


Es una de las pocas avenidas miraflorinas con cuatro carriles para el tránsito automotor.




Fotografía Derechos Reservados


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