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martes, 1 de septiembre de 2009

El invisible vendedor de frutas


El parque Torres Paz es uno de los lugares más hermosos del distrito de Barranco, durante muchos años fue un solitario lugar rodeado de singulares predios construidos entre las décadas de 1940 y 1950.

A unos metros hacia el norte existía un amplio lote desde donde crecían las más variadas plantas, entre ellas los árboles de mora, los pacayares, alrededor de muchas matas de granadas, frutas al acceso de los vecinos, porque al parecer nadie era el dueño de esos terrenos.


Hacia mediados de la década de 1950, algunos vecinos del parque y alrededores, comentaban sobre la presencia de un caballero que solía ofrecer distintas frutas muy cerca a uno de los hermosos árboles ombú.

El vendedor tenía una variedad de frutas nativas que los vecinos compraban, pero nadie sabía dónde vivía ni su apellido sólo se le conocía con el nombre de Ermo, tampoco veían a la hora en que llegaba o se retiraba, sin embargo algo lo debía movilizar por la gran cantidad de frutas que tenía para ofrecer.

Lo inolvidable de aquel vendedor, supuestamente era que acostumbraba regalar algunos de sus productos a los niños.

Hasta hoy los alrededores del parque Torres Paz son casi desiertos, pero por aquellos años, era la ruta de los residentes en la zona de Balta para llegar al paradero del tranvía en la avenida Grau, a  la antigua Laguna de Barranco o al complejo deportivo Confraternidad, para lo cual esos vecinos debían cruzar las antiguas líneas del ferrocarril (ya en desuso).

Pero al parecer, otro de los atractivos de caminar por el lugar era la Fruta, que como comenté al principio del relato, también estaba al alcance de los vecinos, tanto en el lote junto a la Quebrada de Armendáriz, como en un largo sector de la bajada, donde se veía inclusive algunos viñedos.


Por esos años el precio de la fruta era cotizado en centavos, una manzana, mandarina o una pera podían costar S/.0.10 o menos, al parecer resultaba bastante barato, pero fueron tiempos de otra valoración de los precios, y esos montos eran importantes para las personas de clases económicas medias y bajas.

Pero aparentemente los precios pagados al vendedor de frutas eran menores a los del mercado, sujeto que al parecer sólo era visible para algunos vecinos y la mayoría de niños.


Empecé a frecuentar el parque Torres Paz en la década de 1960, porque algunas compañeras de colegio y amigas vivían ahí o en las calles aledañas, y también por haber escuchado sobre la supuesta fruta gratuita.

Una mañana de verano, decidí conocer al vendedor, pero no lo encontré, aunque era visible una pequeña ruma de mandarinas cerca a uno de los hermosos Ombú que existían en ese parque, al parecer alguien dejó esas frutas y se fue, aunque era normal que por esos años se dejaran las cosas a merced de cualquier, porque no habían ladrones, ninguna casa tenía rejas ni muros, y todas las ventanas y algunas puertas siempre se encontraban abiertas.

Cuando pregunté por las características físicas de don Ermo, nadie pudo recordarlo, algunos comentarios giraban a un amplio sombrero de paja, pantalones de color beige o blanco, ojotas en los pies siempre sin medias, y una especie de camisón muy grande con algunos adornos alrededor del puño, que al parecer era la bolsa donde cargaba la fruta, por los brillantes colores de tonos fuccias y naranjas.


En mis investigaciones, otros vecinos aseguraban ver al vendedor los fines de semana en los alrededores de la antigua laguna, siempre con un pequeño cargamento de frutas, algunas veces vendiéndola otras regalándola, pero pocos recordaban haberlo escuchado hablar, informándome que las pocas palabras que pronunciaba eran en un idioma desconocido.

Como yo no tenía seguridad si aquel caballero era el mismo Ermo que se trasladaba desde el parque Torres Paz a la Laguna, decidí preguntar a los niños y jóvenes de ambas zonas, para revisar la información, pero el resultado fue el mismo, respuestas vagas e imprecisas.


Transcurrieron los años y el tema pasó a un segundo plano porque no tuve mucha suerte en lograr datos, hasta finales de la década de 1980, en que por razones coyunturales en los mercados era muy difícil encontrar ciertos productos, y los precios se elevaban prácticamente todos los días, hasta que alguien me comentó que en el parque Torres Paz había un señor que ofrecía la fruta a un precio muy cómodo.

Recordé que a unos metros del parque Niño Héroe existía un antiguo carretillero que vendía frutas (quien años después se instaló en una tienda ubicada justo al frente) pero las voces mantenían que el sujeto que vendía las frutas a cómodos precios estaba en el parque Torres Paz.


Retorné varias veces al parque Torres Paz (también porque existía una panadería que producía unos panes y dulces deliciosos), tratando de conversar con los niños y muchachos para saber si habían escuchado sobre el sujeto que regalaba frutas, hasta que un par de niños que aparentaban tener 8 años de edad, aseguraron que un señor regalaba mandarinas y granadas; al preguntar sobre las características físicas del caballero, la respuesta fue muy vaga, un señor como cualquiera, con ojotas y un sombrero de paja.

Entonces decidí volver a preguntar a mis amigas contemporáneas, las cuales en la década de 1960 me habían asegurado sobre la existencia de aquel vendedor de fruta. Lo impredecible fue escuchar que no lo recordaban, y las pocas que tenían vagos recuerdos, tampoco le dieron importancia.


Un día durante el verano del año 2008, mientras paseaba en bicicleta a las 6 de la mañana por el parque Torres Paz, observé con sorpresa, junto a uno de los árboles ombú que todavía quedaba, una bolsa con fruta que parecían ser naranja o tangelos, no habiendo nadie alrededor.

Esperé durante varios minutos, dando vueltas con la bicicleta alrededor del parque para observar si algún vehículo automotor estaba despachando esa mercadería, sin embargo no llegó nadie, acercándome nuevamente al árbol ombú comprobé que efectivamente ahí habría al menos unos 5 kilos de tangelos.







Fotografías Derechos Reservados

2 comentarios:

  1. Sra Fatima Buenos días, muy Real y Cierta la historia, pero las fotografías debieron ser del parque en mencion

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    Respuestas
    1. La historia trata sobre el invisible vendedor de frutas, he escrito otro artículo sobre el Parque Torres Paz.
      Gracias por leer mi artículo.

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