Así como es necesario que las instituciones públicas, coloquen a una persona que pueda informar de manera adecuada a las personas sordomudas, creo que hace tiempo se debió considerar obligatorio emplear personal que domine las lenguas madres de la mayoría de los peruanos como el Quechua y el Aymara.
Según el último Censo en el Perú del año 2007, el 13,2% de la población confesaba tener el quechua como primera lengua de comunicación, ello representa 3,360,331 seres, mientras que 443,248 mencionaron que su lengua materna era el Aymara.
Si ello se multiplica por la tasa de natalidad, que en esas regiones está alrededor del 2,3%, significa que casi 8,7 millones de peruanos son familiares directos de aquellos, los cuales tuvieron como lengua base alguna de éstas, lo cual representa a 12,5 millones que se encuentran directamente vinculados con el Quechua y el Aymara.

De los 28,8 millones de peruanos, alrededor del 44% aún no lee, ni escribe adecuadamente el idioma castellano, además que en el Perú hay otras 63 etnias autóctonas. Con esta información, todavía no comprendo cómo se deja de lado la activa participación de nuestro idioma natal en las actividades culturales, sociales y cívicas.
Es común ver que en las principales ciudades le den importancia al idioma inglés, japonés, alemán y francés, pero como menciono en mi artículo Población Flotante en Miraflores, todos los días visitan el distrito alrededor de 600,000 personas, de las cuales sólo 400 son turistas extranjeros, el resto son peruanos que laboran o se divierten en el distrito, y les aseguro, amparada en las estadísticas, que más de la mitad no entiende adecuadamente el idioma castellano.
Además, las Municipalidades tienen como misión educar a la comunidad mediante el adecuado uso del idioma castellano, considerado el idioma más vasto del mundo, pero hay que ser realistas y aceptar que la población peruana no lo domina adecuadamente, por ello es importante utilizar las lenguas nativas. Hay que reconocer que la mayoría de nosotros, hablamos un idioma mestizo, debido a que nuestros padres, abuelos o bisabuelos aprendieron otra lengua distinta al castellano, y ello dificulta entenderlo.

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