La Quinta Heeren es un antiguo y misterioso lugar ubicado en el jirón Junín 1201, del cercado de Lima, su acceso es mediante un largo sendero que lo ubica entre los jirones Huanuco, Maynas y Ancash.
Desde que empecé a divulgar la existencia de algunas fotografías captadas por mi padre, algunas personas empezaron a relatarme diversas experiencias relacionadas con la famosa quinta, entre ellas, una de mis mejores amigas, quien evocó con cariño los momentos de camaradería y amistad que su padre vivió durante varios años.
Algunos de aquellos hermosos recuerdos, fueron compartidos entre padre e hija, cada vez que revisaban las fotografías del álbum familiar, como la celebración de los cumpleaños, las fiestas de carnavales, así como algunos eventos especiales festejados por los miembros de esta singular quinta, donde al parecer existía muy buenas relaciones entre sus habitantes.
Aquel caballero es descendiente de ciudadanos italianos, viviendo con su familia durante varios años, entre su niñez y adolescencia, siendo lo más memorable que aquel lugar era un crisol de nacionalidades, donde era frecuente escuchar conversaciones en distintos idiomas, lo que conjugaba con celebraciones relativas a dichos países.
Su permanencia en la Quinta Heeren fue entre las décadas de 1920 y 1940, luego del cual su familia se mudó al distrito de Barranco, a uno de los predios de la Alameda Saenz Peña.
Mis recuerdos en cambio casi no existen, visitada con mis hermanos y mi papá hacia la década de 1960, la encontraba muy parecida a algunas de las calles y quintas del distrito de Barranco, donde residíamos.
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Fueron tiempos en que acostumbrabamos conocer la ciudad, como la estación del tren, así no fuéramos a subir al ferrocarril, la Plaza Bolívar, la hermosa Plaza Italia, pero al parecer la Quinta Heeren, era su lugar preferido para captar fotografías.
En cada visita, solía relatarnos alguna conexión entre él y los predios o plazas, familiares, amicales, laborales e históricas. Incluyendo en sus narraciones algún momento interesante, como para despertar el interés en nosotros, sus hijos, un niño de 9 años, yo de 8 años, y mi hermana pequeña de 2, que siempre era la más entusiasmada por escuchar.
Por ello, yo no estaba conciente si el distrito del Rimac y la zona de los Barrios Altos quedaban muy lejos del distrito de Barranco.
A finales del año 1978 laborando en la Casa Nacional de Moneda, varias veces aproveché mi horario de almuerzo, para caminar por los alrededores de la cuadra 3 de la calle Junín. Ingresando alguna vez a la Quinta Heeren, en cuyos predios y entorno ya se notaba los estragos de las Leyes de Inquilinato de las décadas de 1960 y 1970.
Asi como el notorio descuido de sus áreas verdes.
En el verano del año 1990, a insistencia de un amigo aleman, volvi a ingresar, porque en su revista de viajes, era obligación turistica visitar esa quinta como parte de las recomendaciones al llegar a Lima. Aquel dia noté que el deterioro era aún mayor, pero para el turista alemán el lugar le pareció interesante, evocando a la Alemania en tiempos de post guerra.
Hace unos meses revisando negativos captados por mi padre, descubrí vistas de esta quinta, documentos históricos bastante deteriorados, al parecer realizadas en la década de 1960, ya que él siempre acostumbraba llevar su cámara fotográfica.
Adjuntaré las vistas en varias etapas, las cuales son panorámicas, sin embargo debí reducirlas por razones de publicación.
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