Los finales de los años cincuenta y principios de los sesenta fueron años maravillosos para los barranquinos, viajar en ferrocarril, tranvía, funicular, visitar el zoológico, la hermosa laguna colmada de grillos y patos, jugar en los juegos del Parque Confraternidad, momentos que puedes decidir por donde caminar o correr, sin que nuestros padres nos sujeten de la mano.
Desde mediados de la decada de 1960, los servicios del Funicular estaban restringidos a determinados horarios, pero al ser clausurado sólo nos quedaba descender a las playas cruzando el Puente de los Suspiros mediante la Bajada de los Baños, o por las recientes habilitadas veredas de la Quebrada de Armendáriz.
El Funicular de Barranco fue construido por Rudolf L. Holtig, un comerciante alemán, quien junto con su compatriota Federico Domeyer, adquirieron algunos terrenos en la ciudad de Baranco en el año 1883.
En los terrenos colindantes con el acantilado, muy cerca donde se encontraban los Arietes Hidráulicos que abastecían de agua a los vecinos de la zona, se instaló la Estación del Funicular, en sociedad con el señor Juan Gamarra.
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Al final de la tercera cuadra de la calle Domeyer, se ubicaba un pasaje con acceso a la calle Sucre, continuando el acantilado y algunos predios en los espacios laterales, determinando construir el local del funicular justo en esa esquina.
El vehículo estaba pensado en brindar el mismo servicio y comodidad del funicular existente en el distrito de Chorrillos, el cual permitía descender y ascender de la orilla del mar en pocos minutos, siendo el barranquino de dos vagones, siendo en doble vía.
Para formalizar el proyecto, en octubre de 1895 se creo la "Empresa del Funicular de Barranco Limitada".
El funicular fue inaugurado el 28 de julio de 1896, con dos vagones, que subian y descendian al mismo tiempo.
Para acceder al funicular se requería de un pago, tanto para el descenso como para el ascenso, ubicado en el mismo local de la calle Domeyer.
También existía una caseta en una loma a varios metros del nivel del mar.
Aquel era también el recorrido final del funicular, a más de cinco metros del nivel del mar.
El funicular era accionado por un sistema hidráulico con contrapesos de tanques de agua, que se llenaban y vaciaban.
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El abastecimiento del agua provenia de los arietes instalados tiempo atrás para tal fin, permitiendo subir y bajar simultáneamente los dos vagones o cabinas cada uno con capacidad máxima de 28 pasajeros.
Los vagones estaban sujetados mediante un cable de acero trenzado, siendo necesario realizar las acciones de frenado ya sea con la polea como con el esfuerzo humano, pero sobre todo con mucha seguridad, en especial en el momento del descenso.
Los servicios de transporte mediante el funicular, tenían autorización municipal, sin embargo, la demanda por los servicios no era constante, su uso se limitaba a los meses de verano, y algunos fines de semana de los meses previos o siguientes al tiempo de estío.
Los menores ingresos en la recaudación de los servicios del funicular, impidieron cancelar sus deudas municipales, por ello en octubre de 1903, pocos meses antes de iniciar una nueva temporada de verano, la Municipalidad de Barranco canceló el servicio por falta de pago de sus obligaciones.
Estando paralizado el sistema, y con una importante deuda municipal, en 1906 Rudolf Holtig alquiló el sistema por algunos meses a Alejandro Neckestopulis, sin embargo los resultados económicos continuaron siendo negativos, debido a la poca demanda del servicio durante los nueve meses de baja temporada playera.
El 16 de abril de 1910, Rodolfo Holting, después de comprar todos derechos de su socio Juan Gamarra, vende el funicular y la faja de terreno al Concejo Distrital de Barranco, por la cantidad de 500 libras peruanas.
La Municipalidad de Barranco, entregó en concesión el Funicular a las Empresas Eléctricas durante 17 años, empresa que modificó el sistema de arrastre hidráulico por el eléctrico.
Pero la antiguedad y los efectos de la corrosión fueron malogrando los equipos, por ello se clausuraron los servicios del Funicular por obsoleto.
Al poco tiempo se decidió que podrían realizarse modificaciones para reducir costos, al instalar un sólo vagón que descendería y ascendería, el cual sería más pequeño, y por lo tanto con menor capacidad de pasajeros.
Su nuevo funcionamiento sería por una propuesta del nuevo local de los Baños de Barranco instalados en la playa del mismo nombre, en el cual se realizaban importantes reuniones y fiestas, que motivaron la mayor demanda de ese transporte, durante todos los meses del año, inclusive en horario nocturno.
La importancia del servicio del funicular fue crucial para los empresarios que habían instalado y acondicionado el servicio de restaurant, cafetería, pista de baile, así como camerinos y servicios de duchas para los que deseaban asistir a local conocido como los Baños de Barranco, y su demanda empezó a ser continua durante todos los meses del año.
Otro aspecto importante en los usuarios de este servicio, era que al desarrollarse fiestas y todo tipo de ceremonias en el local sobre la playa, damas y caballeros optaban por asistir con sus más elegantes prendas, por ello, las facilidades del funicular, les permitía un menor contacto con el sendero afirmado de la Bajada de los Baños, así como un largo y cansador camino de subida, en especial para las damas acostumbras a usar zapatos con taco.
Pero el auge automotriz de la década de 1950, y los recientemente habilitados senderos vehiculares motivaron que muchas personas optaran por descender a las playas mediante su propio automóvil, o algún servicio de taxi, lo cual redujo la demanda de los servicios del funicular.
Hacia la década de 1960, las instalaciones en las playas de los distrito de Chorrillos y Miraflores, empezaron a tener mayor acogida que las barranquinas, por lo cual también disminuyeron los clientes al local de los Baños de Barranco.
En el año 1971, el alcalde de Lima, Eduardo Dibós, mandó demoler el local de los Baños de Barranco para permitir la construcción del Circuito de Playas de la Costa Verde.
Con la ampliación de las pistas, la habilitación de espacios para el estacionamiento vehicular, y la eliminación del local de entretenimiento sobre la playa, procuraron que los servicios del funicular volvieran a limitarse a los meses de verano, y sólo durante el horario vespertino.
El poco servicio de mantenimiento y la cercanía al mar, nuevamente motivó que la corrosión fuera malogrando todo el sistema, e inclusive al vagón.
En Mayo de 1972, las Empresas Eléctricas, liquidaron los activos y pasivos, devolviendo a la Municipalidad de Barranco el local así como todo el mobiliario relacionado con el funicular.
En 1976 la administración edil decidió suspender totalmente el servicio, aunque en realidad hacía varios años que el funicular barranquino ya no funcionaba.
En el año 2012, la Municipalidad de Barranco postuló e ingresó al Programa Teleféricos del Perú, del Ministerio de Vivienda, Construcción y Saneamiento, realizando un perfil para la rehabilitación y puesta en funcionamiento del Funicular de Barranco.
El Funicular de Barranco fue el noveno en instalarse a nivel mundial, y el primero en America Latina, teniendo como referencias los instalados en La Rioja en Argentina (1906); el de Santiago de Chile (1925) y el de Moserrate en Bogotá (1929). La mayoría de ellos continua funcionando.
Las instalaciones del funicular pueden ser visitadas, según cronogramas de la Municipalidad de Barranco.
Pasaje Funicular en Barranco
Fotografías Derechos Reservados
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