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lunes, 4 de septiembre de 2023

Calle Chiclayo en Miraflores


El distrito de Miraflores es una de las más hermosas ciudades de nuestra patria.


Balneario que ha ido urbanizándose por etapas, aunque según antiguos vestigios arquitectónicos, el pueblo estaba habitado por nativos muchos tiempo antes que llegaran los extranjeros.


Como en casi todas las civilizaciones, inicialmente, sus pobladores se asentaron en los alrededores de las rutas del río, para aprovechar los caudales de agua fresca, instalando sus viviendas y zonas de cultivo.


Posiblemente alrededor de los dos más antiguos cauces de río conocidos, como el Huatica y el Surco, los cuales hasta la fecha irrigan sus parques.


Los ciudadanos de antes del siglo XV, también ubicaron espacios para venerar a sus muertos, con la adecuación de distintos espacios para construir sus huacas, algunas de las cuales han permanecido hasta principios del siglo XX.


Pero como su prioridad era vivir en armonía, la habilitación de senderos para llegar al mar se establecieron, los cuales perduran hasta la actualidad.


Pero así como dieron importancia a sus necesidades, al parecer también obviaron aquellos terrenos con poco valor desde el punto de vista para afincarse o para el proceso de producción agrícola.


Uno de esos espacios podría ser los cercanos a las Huacas, a pesar de ser una zona próxima a los canales de agua fresca, quizá era un lugar ideal para enterrar a sus familiares.


Antiguos planos de principios del siglo XX muestran que casi todos los terrenos alrededor, del por ejemplo prestigioso centro ceremonial Huaca Pucllana, fueron áreas sin ser habilitadas para el cultivo, ni tampoco para viviendas, quizá por la cercanía de haber sido escogido para que sea un centro fúnebre.


Es curioso cómo uno de los espacios más demandados actualmente para locales comerciales destinados a la comida, sea un terreno donde se enterraron a compatriotas, cuando nuestros antepasados lo mantuvieron alejados de sus viviendas.


Hasta la década de 1930 ni siquiera existía catastro para esa zona miraflorina, habiéndose urbanizado una importante proporción de la ciudad, todos los terrenos cercanos a la Huaca Pucllana eran áreas sin construir, y ni siquiera se habían trazado los senderos para el transporte vehicular.


Una detallada maqueta de la Huaca Pucllana ambientada en siglo VI DC en exhibición en el centro arqueológico, muestra que en los alrededores no existían viviendas ni cultivos, a pesar de haber sido visible una importante laguna de agua proveniente del subsuelo, posiblemente afluente del río Huatica.


Fue recién hacía mediados de la década de 1930 en que se empezaron a habilitar las calles alrededor de la Huaca, además de establecer la avenida Angamos, tiempo en que se lotizó la calle Chiclayo.


La importancia de la avenida Arequipa motivó que las dos primeras cuadras de esta nueva calle tuvieran mucha demanda.


Reflejo visible por la construcción de imponentes predios unifamiliares, algunos con vista sobre la misma avenida Arequipa y otros en esquina con las dos primeras calles: Atahualpa e Inclán.


Hacia principios de la década de 1940, el desarrollo inmobiliario miraflorino colaboró en el surgimiento de nuevas áreas de vivienda, siendo una de las más importante un complejo de residencias multifamiliares en la cuarta y quinta cuadra de esta calle.


Algo escondido entre los muros de las residencias, hacia finales de la década de 1940 se construyó una especie de quinta de dos bloques, con casas de dos niveles e ingresos diversos a los lados, con un pasaje divisorio que comenzó en las calles Elías Aguirre e Independencia, con senderos laterales hacia la misma calle Chiclayo.


La zona se “ofertó” como el moderno barrio aristocrático, pero sólo considerando las primeras dos cuadras de esta calle, a pesar que ya se había establecido un pequeño parque denominado Manuel Solari en la cuarta cuadra entre las calles Piura y Chiclayo.


Aquella singular quinta con salida por varias calles, aparentemente quedo trunco, pero reactivado unos años después, ampliando las casas hasta la calle Borgoño.


La urbanización de la calle Chiclayo continuó, con la construcción de predios independientes hacia la avenida Comandante Espinar, donde culminaba la vía tanto vehicular como peatonal.


Cruzando la avenida Comandante Espinar, existía hasta mediados del siglo XX un terreno en forma de triángulo sin urbanizar.


Este importante lote se iniciaba en el Ovalo Gutiérrez, con límites en las avenidas Santa Cruz y Espinar a los lados, para culminar en la calle Piura, no existiendo aún, en ese sector, el actual sendero de la avenida Angamos.


La calle Chiclayo se inicia a la altura de la cuadra 50 de la avenida Arequipa, como un sendero trunco, ya que a varios metros a la izquierda se encuentra la calle General Vidal.


Es cruzada por ambos lados por la calle Atahualpa, por la calle Coronel Inclán, Independencia, General Borgoño, Elías Aguirre y Arica, hasta llegar a la avenida Comandante Espinar. 


Cruzando la avenida Comandante Espinar continua por ambos lados con la intersección de las calles General Iglesias, y General Varela.


Para culminar en la avenida Santa Cruz, en unión con la calle Rosario.


En un antiguo plano del año 1960 de la Librería e Imprenta Guía Lascano, figuraba que la continuación recibía el nombre de Mariscal Miller, sin embargo no existe tal continuación porque en ese sector no existe un sendero, son varios metros a la derecha y/o izquierda, que se encuentra con la avenida Angamos y la calle Triana respectivamente.

Es posible que en el tiempo de confeccionar el plano mencionado existiera una calle Miller en la zona.


El flujo peatonal y vehicular de esta calle es mínimo, eventualmente transitan personas o automóviles.


Sin embargo casi en la mitad de los predios funcionan negocios de distintas actividades económicas, y como la calle es residencial, muy pocas tienen letreros o avisos que lo identifiquen.


Es sencillo identificar cuáles predios son negocios y en cuales habitan miraflorinos, generalmente las empresas tienen casetas de vigilancia, parantes para permitir estacionar a sus clientes, y pocas áreas verdes en la zona del retiro municipal.


Sin embargo los predios que son casa habitación tienen cercos de más de 1.80 metros de altura, normalmente un timbre, y permiten plantas y árboles en la zona del retiro municipal.


El contraste se ve que los últimos años muchas familias han elevado sus cercos a más de dos metros de altura, adornando con arbustos y plantas, como la fotografía que antecede.


Aunque el sector de la calle Chiclayo que limita con la avenida Santa Cruz mantiene un amplio espacio de áreas verdes, que forma parte de la decoración del negocio, que ha tenido el buen gusto de mantener la arquitectura del predio que ocupa.


Aún la existencia de negocios, la mayoría a puerta cerrada, es muy difícil observar peatones, y si los hay, caminan sin apuro en medio de la pista.


Esta hermosa escultura fuente forma parte de la decoración de uno de los predios de la calle Chiclayo.


Y otros tipos de decorados son visibles en muchos de estos imponentes predios, como la última fotografía, residencia ubicada en la esquina con la calle Atahualpa, la cual lamentablete fue demolida hace poco tiempo.



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