SJC 4 Recuerdos: la promoción

Muchos de nuestros recuerdos son hechos vividos por terceros, pero los siguientes relatos, en la mayoría de los casos, son viviencias, que confundieron la enseñanza impartida por las profesoras y madres del colegio, era incomprensible que ambos grupos de docentes, conociendo el proceder de algunas de las alumnas, no impartieran las medidas necesarias para mantener el orden y las buenas costumbres.

24.    "Se quedaron con mi dinero”: 

Existen varios sucesos que podrían dañar la sensibilidad de algunas de mis compañeras, por eso deseo comunicarles que es opcional leerlos.

Los primeros días del mes de abril de 1968, ya en secundaria, un grupo de alumnas decidió que era el momento de empezar a recolectar el dinero necesario tanto para la fiesta de pre promoción como para la promoción, además de los desembolsos necesarios para las actividades conexas.

Para ello deberíamos abonar mensualmente una cantidad fija, me parece que era S/.3.50 al mes, durante los nueve meses del año, y en todos los años de secundaria. El numerario sería entregado a la tesorera, quien lo registraría en un cuaderno, pero sin entregarnos algún documento o recibo que demuestre aquél depósito, sin embargo ella, eventualmente, solía mostrar el cuaderno durante el momento en que estaba registrando mi pago.

25. ¿Cuota robada?: 

Yo cumplí con entregar mes a mes la cuota fijada, y eventualmente observaba que aquél cuaderno de registro se encontraba con muchas páginas en blanco, lo cual significaba que muy pocas compañeras aportaban la cantidad fijada. Aquellos S/.3.50 por los 9 meses representan alrededor de S/.97 a precios actuales, multiplicados por los tres años aportados, alcanzarían la suma de S/.279.

Ese monto nunca me fue devuelto porque "aparentemente el cuaderno donde se realizaban las anotaciones se había extraviado, por lo cual no había manera de identificar quiénes habían depositado su cuota, ni cuánto"; sin embargo, las que siempre decidían, resolvieron que todos los montos se acumularía a un fondo común. 

Al yo insistir con la devolución de mis aportaciones, las compañeras que acostumbran a solucionar todo a “gritos”, además de ser indiferentes e impositivas, decidieron llevarlo a votación, y como éramos muy pocas las que habíamos abonado nuestra cuota mensual, la mayoría votó para que el dinero recolectado hasta esa fecha sea considerado un fondo común.

 

26. Artistas plásticas: 

En nuestro salón existen varias alumnas con excelentes habilidades artísticas, sin embargo para las calcomanías confeccionadas para recolectar fondos de los años 1971 y 1972, se optó por copiar un par de diseños de moda por ese tiempo. 

Ignoro si se pagó a algún dibujante para realizar “el arte”, pero para mí fueron simple copias, semejante a la manera de estructurar el periódico mural.

 

27. Sortija de Promoción: 

Similar situación sucedió con la sortija de promoción, cuyo contenido aparentemente debía ser de 18 quilates, siendo en realidad sólo de 14 quilates, además del aspecto de sarcófago, por ello abonamos mucho más de costo real del producto.

¿Quién o quiénes se quedaron con la diferencia?

    

28. Fiestas de Promoción: 

Nuestras fiestas de pre promoción y promoción fueron regalos de las familias de Rosanna en 1971, y de Carolina y Gaby en 1972. 

Desembolsos relacionados con el local, luces, arreglos, entre otros fueron asumidos por los padres de las dos primeras, y por conversación del papá de Gaby con mi papá, la orquesta del hermano de Gaby no cobró, sólo se destinaron algunos soles en los gastos de transporte y para el equipo de luces y sonido.

29. Almuerzo en enero de 1973: 

Era el mes de enero de 1973, las que administraban los fondos notaron que había sobrado una importante cantidad de dinero recolectado de la venta de las calcomanías, por ello se les ocurrió realizar un almuerzo en un chifa, pero avisando sólo a sus “amigas”. 

Dos días después me encontré con una de las invitadas, quien me preguntó ¿Por qué no asistí al almuerzo?, le respondí que nadie me había avisado. Un par de semanas después al conversar con otras de las asistentes, me aseguraron que sólo le habían comunicado a las que residían en Barranco, y yo les contesté que yo continuaba viviendo en mi misma casa de Barranco, y que sabía que muchas de las ex compañeras “chorrillanas” si habían asistido. 

La respuesta de algunas de las organizadoras fue: “ya pasó”.

 

Existen una serie de eventos y hechos que no he incluido por no ser relevantes o porque no los recuerdo de manera precisa. Hace unos meses solicité a mis compañeras, mediante un grupo virtual, si alguna de ellas deseaba colaborar con algún momento importante pero nunca obtuve una respuesta.

Debo reconocer que tengo maravillosos recuerdos de muchas de mis compañeras de colegio, remembranzas incluidas en un artículo escrito en el año 2012, debido a nuestros 40 años de egresadas, pero a su vez mantengo en mi mente, el importante bagaje de los tristes y poco gratos momentos que forman parte de mi memoria, y que estoy segura la vida ha sabido paliar y recompensar.

Con esta publicación trato de recrear la historia vivida por alrededor de 80 damas, cuyas edades actuales fluctúan entre los 65 y 68 años, con el deseo de perennizar las vivencias de un grupo de ciudadanas que acudió al colegio San José de Cluny de Barranco entre los años 1963 y 1972.

Martha Morales, Margarita Ferrer y Alicia Figari,
 alumnas del colegio San Jose de Cluny de Barranco.

Fotografías Derechos Reservados

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