El Parque Itzjak Rabin fue inaugurado en 1998 en homenaje al desaparecido líder Israelí y premio Nobel de la Paz 1994.
Se ubica al final de la intersección de la cuadra 13 del Malecón Cisneros, y las calles 7 de Junio y Berlín.
Hasta finales del siglo XX todo ese terreno tenía dos aspectos, una gran área de césped y algunos árboles y por otro lado era un terral, quizá por ello era poco concurrido al ser considerado el patio trasero de la mayoría de los predios del malecón Cisneros.
El lugar se encuentra a varios metros del nivel de la vereda, con una rampa de acceso desde el malecón Cisneros.
Hasta finales del siglo XX, sólo la zona aledaña al monumento a Rabin estaba bien cuidada con jardines, todo el resto era desordenado césped y tierra.
En el año 2007, y a solicitud de los vecinos el parque fue remodelado, estableciendo tres niveles.
En el primer nivel existe un par de mini gimnasios para adultos. Uno sobre tierra que tiene más de 30 años en la zona, y el otro sobre cemento, construido hacia el año 2008.
En dos de ellos se instalaron juegos para los niños abiertos para el público en general.
También puede bajar hacia la playa, gracias a un sendero de escaleras, ubicado a un lado del parque limitando con el parque El Libro.
Fue recién desde el año 2007 que este parque tuvo la afluencia del público, aunque desde siempre fue posible admirar hermosos atardeceres desde cualquier lugar de ese acantilado.
El momento del año es importante para admirar los atardeceres, pareciera que el planeta Tierra se moviera de norte a sur y luego regresa, porque la posición del Sol se modifica según cada mes.
En algunos momentos pareciera que el Sol se ocultara justo a la altura de la rotonda del parque Rabin, lo cual sucede un par de veces al año.
En otros momentos pareciera que se moviera hacia el sur, muy cerca al actual Centro Deportivo Las Terrazas o quizá trascendiendo el parque El Faro.
Lo que siempre es distinto son los colores del firmamento, la infinita paleta puede ser vista en distintas ocasiones, en especial cuando el cielo está despejado.
Pero que en la ciudad de Lima sea posible que no existan el manto de nubes a cualquier momento del día es un poco difícil, y son esas nubes las que a veces hacen las diferencias al atardecer.
Porque son las nubes las que se pintan de colores segundos después que el Sol ha desaparecido del horizonte.
Varias veces confundidos con las luces de las farolas de este singular parque se observan tonos de amarillos y naranjas durante el ocaso.
En otros casos los impresionantes tonos amarillos dibujan todo el cielo, lo que sucede regularmente en los meses del estío.
Eventualmente es posible fotografiar un cielo de colores durante los meses de otoño y/o primavera,
Y a veces el espectáculo de colores no está junto al Sol, sino a unos metros a los lados, cuando el cielo oscurece tonos tan distantes como el amarillo y el verde entre los celestes de la tarde.
Y así como a veces vemos nubes negras, también son visibles nubles blancas o celestes que acompañan al ocaso.
Aunque a veces el color rojo de las nubes iluminadas por los rayos del Sol provoca que el horizonte se tiña de un intenso arrebol, que no se puede explicar con palabras,
¡Un conjunto de atardeceres desde el parque Isaac Rabin!
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