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domingo, 22 de septiembre de 2024

Historia de Barranco siglo XX


El siglo XX marcó un importante cambio entre los residentes del distrito de Barranco, se establecieron nuevos negocios, escuelas, templos, así como centros de entretenimiento, muchos de los cuales duraron casi hasta el final del siglo.

Especialmente porque se inicia con un acto de solidaridad de parte de ciudadanos peruanos y chilenos.

Después de los desmanes ocurridos como efecto de la Guerra del Pacífico, y el incendio de Barranco del 14 de enero de 1881, muchos pobladores peruanos y chilenos decidieron colaborar con la colecta que realizada el general chileno Lynch, tanto en la ciudad de Santiago en Chile como en nuestra patria.

En el año 1901, parte del dinero recaudado fue entregado a los miembros de la congregación de la Ermita, para su reconstrucción, así como para las reparaciones de las instalaciones del Puente de los Suspiros, y de muchas residencias de los barranquinos.

Fue la oportunidad de modificar la presentación de la antigua Ermita, confeccionándolo en madera, abobe y quincha, cambiando la orientación inicial de la fachada hacia el noreste, ubicación donde actualmente se encuentra la plaza, con frente al actual parque Villarreal siendo su bóveda hacia el sureste.


La nueva capilla tendría un par de torres con un campanario y cubierta piramidal, manteniendo la bóveda construida en madera. Se amplió el local para otra pequeña capilla para las ceremonias de días de semana, y un área para los bautizos.

El terremoto de mayo de 1940 provocó mucho daño, aunque continuó funcionando de manera esporádica, cerrándola por un largos tiempos hasta la remodelación de sus torres en el año 1960.

Los terremotos de 1966, 1970 y 1974 motivaron su cierre casi definitivo, que dura hasta la actualidad. Aunque entre esos años, a veces sus puertas eran abiertas en fechas especiales como la semana santa.

En el año 1902 se instalaron postes telefónicos en las principales avenidas, como la Bolognesi y la Grau, ofreciendo el servicio de forma limitada.


La implementación del tranvía eléctrico en el año 1905, sobre la avenida Grau (desde la avenida Reducto en Miraflores) y la instalación de un paradero en la intersección de las avenidas Grau y Piérola, logró que todos los sectores laterales se empezaran a urbanizar, en especial los senderos que conducían a la nueva av. Piérola, que conducían al pueblo de Surco. Al igual que el sendero hacia el malecón, la calle Centenario.

Por el mismo tiempo, y gracias al nuevo medio de transporte, más rápido y con más frecuencias, las playas de Barranco comenzaron a ser populares, construyéndose unos locales de madera sobre pilotes en el área de piedras, a la altura de la estación final del funicular.

El progresivo aumento de la población barranquina originó nuevas alternativas de entretenimiento, por ello en el año 1911 se acondicionó una carpa en un área de la Plaza Municipal para la proyección de películas, en medios de las bancas, glorietas, faroles y árboles.

Meses después se habilito un local para el funcionamiento de obras de teatro, incluyendo también la transmisión de películas a pocos metros de la plaza, sobre la tercera cuadra de la avenida Grau, acondicionando un techo ondeado para la acústica, techo ondeado que existe en la actualidad.


A principios de la década de 1910, ya estaban establecidos los linderos de la plaza principal, lugar decorado con distintas glorietas, baldosas en el piso, románticas bancas de madera, entre muchas áreas verdes.

El ejemplo de las baldosas empezó a ser una moda en Barranco, colocándolas en muchas veredas de la ciudad, algunas veces en combinación con los adornos de los predios, en otros casos totalmente distintas.

La mayoría de esas baldosas han desaparecido de nuestra ciudad, algunos vestigios pueden verse en las calles Cajamarca, San Antonio y Domeyer, y hasta hace poco sobre la primera cuadra de la av. San Martín.


A finales de la década de 1910, debido a la mayor presencia de bañistas a las orillas del mar de la playa Barranco, se decidió demoler los vetustos cuartos de madera, para construir los elegantes Baños de Barranco

El nuevo local contaba con camarines para damas y caballeros, baños y duchas con agua dulce, casilleros, una espaciosa área central donde se instalaba una orquesta los fines de semana, además de un área de venta de comida con el mobiliario típico para la degustación.

En los extremos de los nuevos Baños de Barranco se construyeron dos senderos sobre el mar, con varias escaleras laterales para descender a las aguas.

Años despues se construyó un tercer sendero en la zona central.


Siendo una playa irregular, porque habían momentos en que las aguas llegaban a los tobillos y en otras superaban los dos metros de profundidad, se instalaron varias sogas de protección para la seguridad de los bañistas.

Hasta la década de 1960 todo el complejo costero tenía mucha afluencia de público durante los meses de verano, sin embargo, gracias al servicio del funicular, durante todo el año se atendía a los visitantes, en especial los fines de semana.

Por la ampliación de los senderos para la circulación vial, el elegante local fue demolido a principios de la década de 1970.


Con la celebración del centenario de la independencia nacional, en el año 1921 se realizaron distintos homenajes en la ciudad.

Como la adecuación de la Plaza Pekín, en un sector de la calle Miraflores, regalo de la comunidad china a nuestro balneario.

La confección del Escudo de Barranco, inmortalizando la zona de descenso natural con destino al mar desde las calles Abregú y Sucre, debido a ser una pendiente con pocos grados de inclinación.

Ese fue el camino principal usado por siglos por los antiguos barranquinos, hasta que fue bloqueado por un poco probable mito sobre una supuesta cruz en la ladera, obligando a los pobladores (asi como a las mulas de carga) a descender por una nueva ruta, habilitada en el sendero conocido como Bajada de los Baños, debiendo construir un sendero junto a la ladera por lo empinada de la cuesta.

El nuevo escudo dibujó el atardecer entre la antigua bajada y la Ermita.

Como parte de las celebraciones de la independencia nacional, el alcalde Barranco ordenó que en las avenidas principales se construyeran residencias con amplias zonas verdes en el área del retiro, prohibiendo la edificación de solares o quintas en esos espacios.


Décadas después de haber funcionado un Mercado de Abastos en las inmediaciones de la calle Domeyer, se decidió construir un moderno mercado sobre la avenida Grau, inaugurado el 19 de marzo de 1924, resultando un imponente edificio con todas las comodidades propias de un local que expende alimentos.

En julio del mismo año se instaló el obelisco a San Martín en la intersección de la avenida del mismo nombre en la intersección con la Alameda Sáenz Peña.

Al final de la calle Cajamarca, límite con la av. Bolognesi se colocó la escultura de un Ángel, nominando ese sector como la Plaza del Ángel.

El terremoto del año 1940 perjudicó la estructura de muchos predios barranquinos, con su consiguiente demolición, la mayoría de casas de dos niveles construidos en el siglo XIX y principios de XX, desapareciendo manzanas enteras como la formada entre las calles Sucre y la Ermita.


Desde mediados de la década de 1930 se construyeron modestas viviendas en los alrededores de la avenida Piérola, Pedro de Osma y la calle Lima, instalando una serie de negocios y centros educativos, lo cual la convirtió en una ciudad autogestionaria, porque a pesar de existir el ferrocarril y el tranvía, como sistemas de transporte público, en el distrito se podía tener acceso a todos los productos y servicios necesarios para una agradable residencia.


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