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martes, 22 de septiembre de 2020

Calle Sanchez Carrion en Barranco


Una de las vías más concurridas en las últimas décadas en el distrito de Barranco  es la calle Sánchez Carrión.


La calle Sánchez Carrión (en honor al precursor de la independencia José Faustino Sánchez Carrión) es una vía de una sola cuadra, cuyo anterior nombre era José Fiansón, poeta peruano del siglo XIX.


Esta singular calle se inicia a la altura de la tercera cuadra de la av. Grau hacia finales del siglo XIX y culmina en la segunda de la av. Bolognesi.


La necesidad de habilitar ese sendero fue debido a la adecuación de la nueva Plaza Municipal del distrito de Barranco, a la cual se podía llegar sólo por la avenida Grau, porque la av. Bolognesi no tenía acceso a ese sector.


Al parecer era común adecuar un sendero para lograr llegar a una vía principal.


Es de recordar que el ferrocarril recorría toda la avenida Bolognesi y continuaba por la actual av. Militar.


Pero cuando empezó a funcionar el tranvía, inicialmente se establecieron rieles desde la av. Bolognesi para que transitara por la calle Unión y su recorrido continuara por la av. Grau, girando hacia la derecha para llegar al sendero de la av, Pedro de Osma.


Hacia principios del siglo XX, se edificaron un par de predios sobre esta calle, una en la esquina de la av. Bolognesi, la cual permanece hasta la fecha, y la otra sobre la av. Grau.

Ambas al lado izquierdo de la calle.


Debido al importante tránsito vehicular y peatonal, esta calle empezó a tener mucho auge, edificándose todos los predios del lado izquierdo, la mayoría residencias de un nivel, casi siempre con alguna pocas gradas en la zona de ingreso.


Lo curioso es que algunas de esas residencias tenían una zona para las caballerizas, espacios adecuados con altos techos y con las características propias de las necesidades para albergar a los caballos y las carretas.


A la fecha existe un predio con la estructura arquitectónica donde se puede apreciar esas caballerizas.


A principios de la década de 1920 se construyó una gran residencia de dos niveles justo en la esquina de la avenida Grau, pero esta vez hacia el lado derecho, fue la única construcción de la cuadra por mucho tiempo.


Hacia la década de 1940 se habían edificado en todos los lotes, incluyendo un pequeño pasaje,


 casi hacia la zona central del lado derecho, donde aún se mantienen en casi las mismas condiciones varios de los predios de aquella época.


Por la importancia de la calle, desde la década de 1950 se convirtió en una vía de doble sentido, por donde transitaban toda clase de vehículos, inclusive las carretas jaladas con caballos que aún habían sido establecidas en dicha vía.


Sin embargo, hacia mediados de la década de 1960 se estableció un sólo sentido, al ser la ruta de una línea de autobuses, y haber suspendido la circulación de los tranvías.


En el año 1985, por razones turísticas la calle dejó de ser vehicular, convirtiéndose en un sendero peatonal.



Una historia de gitanos

En esta casa de la calle Sánchez Carrión en Barranco vivieron mis abuelos maternos en la década de 1930. 


Hasta la década de 1940, casi todo el distrito de Barranco carecía de energía eléctrica, algunos faroles en las calles principales, y la mayoría de casas iluminadas con velas colocando antorchas en los patios.

Aún así el entorno de la ciudad de Barranco de aquella época era muy tranquilo, sin embargo los relatos aseguraban que desde principios de siglo se empezaron a establecer varios grupos de gitanos hacia el final de la calle Pazos.

Estos gitanos vivían en carromatos, en las zonas cercanas a los terrenos de cultivo de lo que corresponde al actual distrito de Surco.


Gitanos que acostumbraban caminar alrededor de la ciudad para leer la buena suerte y solicitar ayuda, y quizá hasta para robar a los niños.

Historia que se comprobó cuando se robaron a uno de los hermanos de mi mamá, la historia de cómo lo encontraron fue relatada por varios miembros de mi familia, pero el protagonista principal fue mi abuelo materno, quien alertó a la Comisaría y a la mayoría de vecinos para ir en su búsqueda.


Era conocido dónde se encontraba la tribu de gitanos, pero su movilidad era frecuente, además también existían otras tribu cerca a la actual avenida Jorge Chávez en Surco y otra muy cerca de la entrada de Chorrillos, por ello no se sabía cuál grupo de gitanos pudiera habérselo robado.


La solidaridad de los vecinos de Barranco fue instantánea, mi abuelo y gran parte de los vecinos hombres se dirigieron hacia el final de la calle Pazos, y descubrieron que algunos carromatos de los gitanos ya habían partido, pero debido a que en ese tiempo la mayoría de los senderos eran terrenos afirmados, era fácil descubrir la ruta.

Se dirigían hacia el sendero del actual Surco Viejo, lugar donde también vivían algunos gitanos, pero establecidos en casas, por ello fue relativamente sencillo ubicarlos, y felizmente encontrar, dentro de una de las carretas a mi tío.


La actitud de los gitanos fue defensiva, argumentando que el niño era de ellos, las características físicas de la mayoría de ellos eran similares a la de mi pariente, y la actitud del niño que tendría seis años, era asustadiza, pues al parecer no comprendía qué estaba sucediendo.

Por más que mi abuelo y el grupo de vecinos insistían que les entregaran al niño, por alguna razón los gitanos no lo devolvían.


Fue a raíz que llegó mi abuela materna, que el niño corrió a sus brazos, es curioso cómo no tuvo la misma actitud ante la presencia de su padre.


Cuando llegó la policía, realizaron el registro respectivo, por si no hubieran otros niños raptados, tanto en los carromatos como en los asentamientos de las tribus de los otros gitanos del sector.


Es importante conocer que los gitanos robaron a mi tío ingresando a la zona del jardín exterior de la casa de mis abuelos, ya que los niños, incluida mi madre acostumbraban jugar en esa zona.

Recuerdo que hasta la década de 1980 en el distrito de Barranco no existían cercos ni muros, y si las tenían casi todas las casas tenían las puertas abiertas y a los niños jugando en los jardines.

Mi tío ahora tiene más de 90 años, y felizmente está muy bien.




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