El arte de escribir poesía es lograr hacer sentir a quien nos escucha y/o leen, lo mismo que nosotros sentimos al inspirarnos.
Y así como es una fortuna vivir sin darse cuenta, es una sensación maravillosa leer párrafos que nos identifican plenamente, es como si los hubieran escrito pensando en nosotros.
La poesía es también un medio para defenderse de nuestros temores, de aquellos enemigos invisibles de nuestras vidas, transportándonos a lugares y tiempos a veces inexistentes, gracias a la imaginación.
En la imaginación del escritor y especialmente del poeta, cualquier evento que produce tristeza, angustia, molestia, fastidio entre otros sentimientos mentales, así como el dolor físico ocasionado por alguna enfermedad, pueden ser convertidos en poemas.
Muchas veces es en la soledad de una habitación, en una sala de espera, mientras se viaja en un transporte público, o confinado en algún espacio ya sea como miembro de alguna institución castrense, estudiantil, religiosa o punitiva, cuando nos encontramos con nuestros pensamientos y deseamos escribirlos.
En la mayoría de esas circunstancias, el entorno no es propicio, porque no tenemos los materiales, la iluminación o espacio, por eso es ideal mantener en la memoria esos pensamientos para escribirlos en la mejor oportunidad, y así perpetuar aquel momento.
Y convertir esos momentos en la bella poesía.
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