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martes, 15 de octubre de 2024

Resultados monetarios Ley Inquilinato


La Ley del Inquilinato de finales de la década de 1960 afectó a la mayoría de inmuebles alquilados.


En las décadas de 1950 y 1960 se construyeron edificios de hasta cinco pisos con el propósito de alquilarlos o venderlos, con dimensiones entre los 60 y 100 m2.

La mayoría de los nuevos edificios se ubicaban en los distritos con mucha población, como el centro de Lima, Breña, La Victoria, y en los balnearios del sur como Miraflores, Barranco y Chorrillos.

De la misma manera que se alquilaban los nuevos departamentos se ofrecían las antiguas casas en alquileres, en los barrios de Pueblo Libre, Jesús María, Magdalena, Rímac y San Miguel, así como las hermosas y amplias residencias miraflorinas, barranquinas y chorrillanas.


He desarrollado un ejercicio sobre los montos pagados por los alquileres de las casas y departamentos durante el periodo 1970 - 1979 y 1980 - 1989 considerando algunos parámetros con relación a los metros cuadrados de cada vivienda.

Para la simulación, consideré los alquileres promedio para las casas y departamentos cuyas dimensiones eran de 120 m2 y hasta 180 m2, y de 60 m2 hasta 100 m2 respectivamente, calculados en moneda extranjera (dólar), el Índice de Precios al Consumidor para el periodo 1970 – 1990, y los datos sobre el Sueldo Mínimo Vital para el mismo periodo.

Revisando estadísticas de los mencionados años, determiné que los montos por concepto de alquiler de los predios entre los años 1970 - 1979 en Miraflores fueron de US$ 150 mensuales, mientras que para el distrito de Barranco fue de US$ 120 mensuales. 

La mayoría de contratos por alquiler fueron pactados en moneda nacional, pero debido a la considerable fluctuación en los precios de esas dos décadas, opté por realizar el ensayo en moneda extranjera, pero considerando el pago en el equivalente en moneda nacional.


Para la década de 1970 los propietarios de inmuebles miraflorinos y barranquinos esperaban cobrar $18,000 y $14,400 respectivamente. 

Considerando la ley que impedía elevar los alquileres en porcentajes mayor a una tasa, en algunos casos equivalente al 5% anual, en otros caso “0%”, los propietarios de esos inmuebles lograron cobrar alrededor de $5,095 y $4,076 en el mismo orden, debido a las fluctuaciones negativas del tipo de cambio.

En términos reales la pérdida para cada grupo fue de $23,598 y $18,878 en el mismo orden.


Con relación a los predios alquilados entre los años 1980-1989, y considerando una merced conductiva de $300 mensuales para los predios miraflorinos y de $200 mensuales para los barranquinos, el resultado fue aún peor.

Los propietarios se encontraron con un nuevo gobierno, que permitió las transacciones en moneda extranjera, lo que motivó que muchos propietarios modificaran sus contratos a la unidad monetaria “dólar”, sin embargo, no todos pudieron realizar dicho ajuste, debido a que la Ley del Inquilinato continuaba protegiendo a los inquilinos que había rentado los predios durante la década de 1970.

Es así que los propietarios que pudieron realizar los contratos en dólares, tenían como expectativa cobrar para la década de 1980  $36,000 y  $24,000 para los predios ubicados en los distritos de Miraflores y Barranco en el mismo orden.


Sin embargo en esos diez años, considerando todas las variables que formaron parte de las hiperinflación que vivimos en ese periodo, provocó que el cobro real fuera sólo de  $1,973  y  $1,316, montos significativamente menores a lo pactado.

Cabe acotar que a pesar que muchos contratos fueron realizados en moneda extranjera, la mayoría de inquilinos optó por realizar los abonos según la cotización del dólar MUC.

Por ello la pérdida real, considerando el IPC del periodo fue de  $45,418 y  $30,278 para cada predio miraflorino y barranquino.




Adicionalmente a las pérdidas por el concepto del alquiler, el promedio de permanencia de los inquilinos superó los 18 años, además el número de habitantes por cada inmueble se incrementó de 6 habitantes a más de 15 al culminar el periodo.

Prácticamente no se invirtió en mantenimiento de los predios, al contrario, muchos sufrieron modificaciones en los tamaños de las habitaciones, se construyeron cuartos prefabricados que modificaron las estructuras, se acondicionaron espacios en las áreas verdes o retiros, la mayoría empleó la zona de estacionamiento vehicular para viviendas, manteniendo las mismas instalaciones de los servicios para ese mayor número de personas.

Siendo una constante que la mayoría de inquilinos se negaban a pagar a la municipalidad los montos por concepto de arbitrios, que es asumido por el residente, y que los propietarios tampoco abonaban los pagos por el impuesto predial, argumentando que prácticamente no cobraban alquiler, porque carecían de otros ingresos.


La mayoría de predios incluidos en la Ley del Inquilinato fueron desocupándose a partir del año 1992, hasta principios del siglo XXI.

Por esas razones, los que fueron hermosos predios miraflorinos y barranquinos hasta la década de 1960, fueron perdiendo su valor real, a pesar de haber sido reconocidos por el Instituto Nacional de Cultura (actual Ministerio de Cultura),  como parte del Patrimonio Monumental Inmueble de nuestra patria.

En los primeros del año 1990 se modificó la Ley del Inquilinato, otorgando plazos a los inquilinos para desocupar los inmuebles, en periodos relacionados con los valores del predio, por ello muchas de aquellas hermosas residencias construidas a inicios del siglo XX ya tenían un valor mínimo, equivalente a "Cero", prácticamente sólo valía el terreno, por lo tanto sus habitantes precarios tuvieron hasta principios del siglo XXI para desalojarlo, pero previo juicio.






Resultados monetarios Ley del Inquilinato



viernes, 4 de octubre de 2024

Calle Mendiburu en Miraflores


La asignación de calle o avenida tiene algunos condicionantes en las ciudades. El número de metros en las veredas, el ancho de la pista, la zona de áreas verdes, el retiro municipal, entre otros aspectos.


En el caso particular del sendero conocido como Mendiburu en Miraflores, se le denomina calle por ser bastante angosta, en comparación con las otras vías paralelas como la avenida Del Ejército y la avenida La Mar.


Nombrada en homenaje a don Manuel de Mendiburu Bonet (1805 - 1885) quien fue un militar, político e historiador peruano, siendo una de sus principales obras la enciclopedia titulada Diccionario Histórico -Biográfico del Perú.


A pesar de ser una zona altamente poblada antes de la designación como distrito del balneario de Miraflores, no se habían delimitado el catastro urbano, existiendo predios entre los terrenos de cultivo, varios corralones, solares, precarias quintas habitada por los trabajadores de aquellas áreas que producían diversos productos.


Toda esa zona estaba rodeada de fundos y chacras, cercanos a un ramal del río Huatica, antiguo canal de agua utilizado para el regadío de esas áreas verdes.


Con el tiempo la zona se fue urbanizando, un área cerca de los restos de la Huaca conocida como Santa Cruz fue adquirida por un particular y donada al Ejército Peruano, institución que lo usó como cuartel.


En el área colindante al mar, a la altura de la actual bajada San Martín, se habilitó una zona de equitación, por la necesidad de tener un espacio donde cuidar a los caballos, que por esa época era el sistema de patrullaje de la ciudad.


En el año 1913 se construyó El Camino de la Magdalena, conocida como avenida del Ejército, con destino al distrito de Magdalena creado el mismo día que el distrito de Miraflores, el sendero conducía a la nueva ciudad conocida como Marbella.


El 10 de mayo de 1920, por Ley No. 4101 se crea oficialmente el distrito de Magdalena del Mar con distintos límites, pero manteniendo sus fronteras con Miraflores.


Durante varias décadas esa zona del distrito de Miraflores estuvo vacía, manteniéndose algunas áreas de cultivo, hasta principios de la década de 1930 en que se delineo las cuadras de las calles Córdova, La Mar y Mendiburu, perpendiculares a la avenida Del Ejército.


La oferta de terrenos por alguna razón era sólo hasta la actual avenida Angamos, sin embargo ya se habían trazado los senderos de las calles Córdova, La Mar, Mendiburu y Del Ejercito, considerando el triángulo existente que se inicia a la altura de la octava cuadra de la av. Del Ejercito las calles 8 de Octubre e Hipólito Únanue.


Toda esa zona carecía del abastecimiento de agua potable por ello fue necesario habilitar, desde los pozos de los ranchos cercanos, diversas conexiones hacia las casas y solares.


Hasta hace unos años era visible el cauce de agua por una de las esquinas de la calle Córdova, era un antiguo canal de regadío también utilizado por los pobladores, dicho canal bordeaba el cuartel y desembocaba en una catarata en la ladera del acantilado que conduce al mar.


La calle Mendiburu con destino del tránsito de norte a sur, inicia a la altura de la cuadra 15 de la avenida Santa Cruz, ubicándose en esa esquina la Iglesia De la Asunción.


Desde la avenida Santa Cruz mantiene un sendero recto hasta la pared del ex cuartel San Martín.


La cruzan las calles José Bernardo Alcedo, José de la Torre Ugarte, Manuel Tovar, Joaquín Capello, Toribio Pacheco e Ignacio Merino por ambos lados.


En la intersección con la calle Toribio Polo también se cruza con la diagonal de la calle 8 de Octubre.

Continuando se intercepta con la diagonal de la calle Hipólito Unánue y la calle Mateo Pumacahua (Espejo).


Siguiendo por ambos lados con la calle Mariano Melgar.


Prosigue teniendo a ambos lados a las calles José Choquehuanca y culminando con la calle Jorge Polar.


A pesar que toda la calle es bastante angosta, aún mantiene estrechas bermas municipales y/o zonas para el estacionamiento, y algunos árboles a ambos lados de la vía.


La longitud de cada una de sus cuadras es similar, pareciera que se formaron cuadrados perfectos tanto hacia los laterales como hacia las avenidas La Mar y Del Ejército.


Hasta mediados de la década de 1940 la mayoría de lotes tenían dueños, pero pocos estaban construidos, predominando los antiguos solares, quintas y terrenos sin construir.


Hacia principios de la década de 1960 se empezó a instalar diversos negocios individuales en las primeras cuadras, ferreteros, bodegas, predominando los talleres mecánicos, aprovechando los amplios espacios sin construir.


Eventualmente eran visibles algunas residencias, en especial en las primeras cuadras, la mayoría de las cuales ya no existen.


La concentración de familias en esta zona de Miraflores se inició hacia la década de 1970, multiplicándose los callejones de un solo caño, con varios grupos familiares, la mayoría emparentadas entre sí.


El diseño de los predios de las primeras cuadras de este sendero es diverso, algunos con inmensos muros en los linderos lo que demostraría que aún son casas de familia.


En otros casos residencias que han sido convertidas en hospedaje para mochileros, en su mayoría extranjeros, algunos de los cuales han ido desapareciendo con los años.


Una singular casa ubicada en esquina con la calle Alcedo siempre tiene hermoso cerco vivo sobre el muro divisorio de la vereda, bellas flores de color naranja brotan cada temporada.


Otras casas mantienen los clásicos cercos de madera o pequeños muros de menos de un metro de altura que permiten se vea la belleza arquitectónica de su edificación.

Aunque quizá a la fecha de publicación de este artículo algunas hayan sido demolidas.


Entre casas y terrenos convertidos en mecánicas, se observan algunos edificios de tres y cuatro pisos, algunos con áreas verdes y otros con zonas para el estacionamiento vehicular.


Algunas casas construidas a mediados del siglo XX mantienen el sector del retiro municipal libre de rejas y muros, aunque con alguna protección visible al borde de la zona de ingreso.


Un par de mercados de abastos funcionan en esta calle, uno ubicado en la cuarta cuadra y otro en la onceaba, ambos de distintas características y dimensiones, proveen de productos frescos los 365 días del año, y a precios similares a las de otros mercados de la ciudad de Lima.


Una constante en casi todas las cuadras son los pasajes, que en algunos casos son simpáticas y bien conservadas quintas, con plantas en jardineras o macetas.


En otros casos ambientados solares y callejones, todos acondicionados con los servicios los básicos de agua y desagüe, así como los sistemas de energía eléctrica, gracias al apoyo de la Municipalidad de Miraflores del periodo 2007-2010.


Un caso particular merece una escalera ubicada sobre los aires del retiro municipal de un predio ubicado en la séptima cuadra, escalera inconclusa que ha de tener al menos 20 años en esa situación.


Otros casos singulares es el del predio numerado con el 751, en el cual aún son visibles los restos ornamentales de las dos columnas en la zona de ingreso.


A la altura de la octava cuadra, en esquina con la calle 8 de Octubre existe un peculiar edificio, que ha ido “creciendo” con el tiempo.


Desde principios del siglo XX esta zona de Miraflores comenzó a darle importancia a los negocios de comida, convirtiendo muchos de los locales automotrices en restaurantes, o acondicionado una o dos predios colindantes para el mismo fin.


A mediados de la década del 2010 comenzó el “boom de la construcción” en esta calle, demoliendo más de treinta predios de distintas características en las distintas cuadras, para construir edificios de 8 niveles con varios sótanos.


Edificios que contrastan con las aún pintorescas casas de mediados del siglo XX que se encuentran a lo largo del camino.


En la cuadra 11 de esta vía hace varios años se instalaron varios servicios municipales, como un comedor, un puesto de serenazgo, una panadería y municipal, al lado de varios negocios de comercio y el mercado que llega hasta la calle Choquehuanca.

Con la remodelación de principios del año 2023, todos esos negocios de particulares desaparecieron, actualmente funcionan oficinas municipales.


Desde el año 2006 en esa zona existían al menos dos docenas de puestos ambulantes, los cuales debieron de dejar la zona, adecuándola con jardines, bancas de madera y distintos adornos que elevaron el poder adquisitivo de los predios alrededor.


A pesar de ser una calle con mucho comercio en casi todos sus predios, es relativamente tranquila para caminar, admirando esos detalles arquitectónicos que hicieron del distrito de Miraflores un romántico balneario.


Cabe anotar que al igual que en la avenida La Mar, un detalle clásico es encontrar perros durmiendo sobre las veredas. 

Quizá por haber sido durante varias décadas zonas donde se establecieron los centros de reparación de vehículos automotores




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