En los límites del distrito de Barranco con el distrito de Chorrillos, existe un malecón al borde del acantilado, al cual solía frecuentar por la década de 1970, tanto a pie o en bicicleta, lo que lo convertía en una aventura apasionante.
Desde el malecón Castilla hacia el Malecón 28 de Julio el camino estaba bloqueado, pero desde el malecón 28 de Julio, una podía caminar por el acantilado pasando por la calle Bresciani, de ahí a la calle Solari, para continuar por el malecón que desembocaba en la calle Lavalle, hasta llegar a la calle Diez Canseco.
Se podía ir a pie y en bicicleta, porque la zona era bastante amplia como para pedalear con seguridad, pero ahí, se truncaba el sendero.
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Por esa ruta formada sobre el canto rodado, se observaban los patios traseros de todas las residencias construidas en las mencionadas calles, rodeado de pequeños cercos de maderas que permitía admirar sus hermosos jardines, y por el otro lado el acantilado.
Sin embargo, algunos audaces barranquinos continuaban el recorrido entre la calle Diez Canseco hacia la calle Silva, descendiendo unos metros el acantilado. Nunca me atreví a tal hazaña por eso desde la calle Diez Canseco volvía a la avenida Pedro de Osma, y desde ahí nuevamente buscando el horizonte.
La calle Alfredo Silva nunca tuvo residencias que llamaran mi atención, fueron edificadas entre las décadas de 1970 y 1980, al lado derecho de esa calle existían varios corralones con muchos perros, lo recuerdo, porque uno de ellos me mordió la pierna, mientras yo estaba pedaleando un sábado por la tarde, sería el año 1975, traté de ubicar al dueño, pero cuando descubrí que habían muchos más perros, opté por evitar pedalear y caminar toda esa zona.
Para llegar al Malecón Pedro de Osma, era preciso subir una pequeña pendiente, que para aquellos años, era un terral, y que desde hace algunos años se convertido en un hermoso parque.
Pero debido al "boom" inmobiliario, casi todo los acantilados barranquinos se han construido edificios de viviendas, invadiendo de alguna manera aquella zona pública.
Pero debido al "boom" inmobiliario, casi todo los acantilados barranquinos se han construido edificios de viviendas, invadiendo de alguna manera aquella zona pública.
Por ello es necesario sortear muchas rejas, colocadas como protección de los nuevos vecinos pudientes, en casi todas las esquinas de la avenida Pedro de Osma,
Algunos fierros también dividen las áreas verdes, con los problemas que ello conlleva, ya que antes se podía continuar hacia Chorrillos por el malecón Costa Sur (antes malecón Leguía), pero ahora existe una inmensa reja que lo impide.
Por ello es necesario ingresar por la calle Independencia, y si tiene la suerte que alguien tenga la llave para continuar, de lo contrario, retornar a la calle Alfredo Silva, para acceder nuevamente a la avenida Pedro de Osma, con destino a Chorrillos.
Pero este artículo trata del Malecón Pedro de Osma, conocido en alguna época como el Malecón Sur, fue nombrado el 3 de junio de 1915 con el nombre actual.
La zona de ingreso es por la calle Silva, la cual, al parecer no existen predios que sean considerados patrimonio arquitectónico, la mayoría de esas casas son negocios, aunque quizá alguna sea usada como vivienda.
Pero sobre la misma avenida Pedro de Osma puede visitar el Museo de Mario Testino y el Museo de Osma, a unos metros del malecón.
La zona de ingreso es por la calle Silva, la cual, al parecer no existen predios que sean considerados patrimonio arquitectónico, la mayoría de esas casas son negocios, aunque quizá alguna sea usada como vivienda.
Pero sobre la misma avenida Pedro de Osma puede visitar el Museo de Mario Testino y el Museo de Osma, a unos metros del malecón.
Luego de subir algunas gradas, hacia el lado derecho nos topamos con dos edificios de departamentos, los cuales mantienen un área verde libre para el público.
Zona que correspondía al acantilado barranquino, que hasta antes de esas edificaciones, eran de acceso libre para el ciudadano.
Como protección, se han colocado cercos metálico que permiten admirar la majestuosidad del mar.
Al mirar hacia el norte, se puede apreciar la arquitectura de una hermosa residencia de principios del siglo XX, que al parecer incluye al acantilado como parte de sus dominios, pues ahí ha colocado mobiliario.
Aun se puede observar el cerco de madera que protege la casa, acantilado que en la década de 1970 y 1980 era de libre acceso.
Los nuevos vecinos barranquinos, han tomado posición de muchos metros del acantilado, donde han instalado áreas de recreo.
Como asidua de esa zona, yo recuerdo que esa área era una antigua ruta de paso de los vecinos para llegar al mar.
Sin embargo, el malecón Pedro de Osma, felizmente, hasta hoy es un área de acceso libre, donde se encuentra mobiliario de acuerdo al panorama, como esta hermosa escultura de un león.
Varios troncos han sido colocados en el sendero, los cuales son utilizados como bancas para admirar el mar.
Otra extraña banca, que parece haber sido confeccionada con piedra, nos dá la bienvenida al hermoso malecón.
Senderos de tierra rodeados de áreas verdes, nos permiten disfrutar de ambos lados del paisaje.
De este hermoso malecón barranquino escondido para la mayoría de vecinos.
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En la calle Sulva , no ha ningún negocio, todas casas y departamentos.
ResponderEliminarEs una pena que Barranco no haya defendido sus malecones como si lo ha hecho Miraflores. La mayoría de acantilados barranquinos han sido privatizadaos con la complicidad de autoridades corruptas.
ResponderEliminarHabría que hacer una campaña de recuperación de algunos de esos espacios hoy enrejados impunemente.
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