Cuando residía en el distrito de Barranco, en la década de 1960 y 1970, nunca noté que alguna casa tuviera rejas de protección en las puertas o ventanas.
En la puerta principal, tenían una pequeña ventana, a 1.60 mts. de altura, la cual debía estar cerrada, sin embargo, tanto las de mis familiares como la muchos amigos, acostumbraban estar abiertas, sobresaliendo en algunos casos una pita o un cordón, con el cual se podía abrir la cerradura de la puerta principal.
Muchas casas barranquinas lucían amplias ventanas, con hermosos jardines interiores y exteriores, algunas protegidas con una cerca de madera o un muro de cemento, no mayor a un metro de altura, pero en otras casas el jardín llegaba hasta la vereda. Residencias similares se veían en el distrito de Miraflores.
Pero desde la década de 1980, la palabra seguridad fue perdiendo su significado, por ello se empezó a colocar rejas de fierros y aluminio en las ventanas y puertas, así como elevar los cercos perimétricos, reduciendo la cantidad de plantas. Además de colocar una segunda cerradura en la puerta, y un fierro protector en aquella pequeña ventana.
¡Y desde esa época el negocio de la seguridad es muy rentable!.
Quizá por ello, cada día aparecen diversas empresas que ofrecen ese servicio, con la promesa de cuidar la casa o el negocio.
La mayoría de empresas financieras y almacenes, contratan agentes de seguridad uniformados, pero los pequeños negocios y las casas de familia deben idear otras alternativas para evitar que los ladrones ingresen a robar.
Aparentemente existe una muy bien montada red de delincuentes, que conoce el horario de los principales miembros de la familia, y que se dedican a marcar las viviendas, paredes y pisos, con señales reconocidas por sus cómplices.
También pareciera que los últimos años, y gracias a la tecnología, preparan un detallado registro de cada uno de los miembros de la familia, así como de sus rutinas.
Hace algunos años, escribí una modalidad de robo en los edificios de departamentos, donde es uno de los nuevos vecinos el que ofrece toda la información, sobre los bienes del hogar próximo a robar.
Las últimas semanas escucho y leo en los medios de prensa, una serie de avisos comerciales, donde escenifican que mientras unas personas están de viaje por vacaciones, les han robado la casa, pero justo el mismo día que salió de vacaciones.
Ello me hace pensar en varias conjeturas:
• ¿cómo sabían los ladrones que salían de vacaciones justo ese día?.
• ¿por qué si sabían que saldrían de vacaciones al menos durante una semana?, tuvieron que robar justo el primer día, ¿para malograrles las vacaciones?.
• En casi todos los comerciales, son los vecinos los que avisan que hubo un robo, ¿ellos no podrían ser también cómplices del ladrón?.
Esa manera subliminal de avisar que es mejor no alejarse del hogar ni durante cinco minutos, es lo que prácticamente obliga a contratar ese tipo de servicios.
Mientras los contribuyentes, además de pagar los impuestos correspondientes, con el deseo que la Policía Nacional resguarde al menos la cuadra donde vivimos, abonar el concepto de Serenazgo para que los empleados municipales se sirvan observan hecho extraños, en especial las mudanzas en horas no permitidas, además de los gastos en rejas, cerraduras, cercos eléctricos, sistemas de vigilancia,
¿es necesario contratar a una empresa de seguridad?.
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