Historia de dos puentes de madera sobre el circuito de playas miraflorino.
Los puentes de madera que unen la quebrada Balta con las playas miraflorinas fueron construidos cuando se decidió que los vehículos debían transitar desde la Quebrada de Armendariz hasta la Bajada Balta, y quizá hasta la subida de la avenida del Ejército, cerca al distrito de San Isidro.
Es así que aprovechando el canto rodado retirado para construir la Vía Expresa del Paseo de la República y ampliar la Quebrada de Armendariz y las playas barraquinas, se le empleó para rellenar los frentes de las playas miraflorinas, y aplanar la zona posterior de los concurridos Baños de Miraflores y poder construir una pista.
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La primera parte habilitada de esa pista en las playas miraflorinas, estaba ubicada entre la Quebrada de Armendáriz hasta la Playa La Pampilla.
Por esos años, los ciudadanos accedían a las playas por distintos senderos, porque además de la Quebrada Balta, existían bajadas por el actual parque Salazar y el entonces no construido parque Domodossola, a los cuales se les debió acondicionar los espacios adecuados para que los bañistas pudieran lograr acceder al mar.
Con la ampliación de la zona para los automóviles, fue necesario construir los espigones, que modificaron el comportamiento del mar, por ello los tablistas decidieron buscar nuevas playas más hacia el norte, llegando hasta las playas la Pampilla y Punta Roquitas.
El sendero tiene variadas escaleras así como un sendero recto ubicado entre los dos clubes playeros ubicados sobre el Circuito de Playas, entre ellos el Terrazas, cuyo centro promotor se ubicaba sobre el malecón Cisneros y el local principal en la ladera del malecón 28 de Julio, ocupando parte de lo que era el antiguo parque Las Terrazas..
Caminar en los tablones de madera era mucho más sencillo, además porque esta absorbe el calor durante el verano y abriga en tiempo de invierno, por ello esos pequeños puentes tenían mucha demanda en cualquier época del año.
Aunque el material con el que fue fabricado mostraba signos de deterioro, por alguna razón uno se sentía más seguro descendiendo o ascendiendo por dichas escaleras.
Y a pesar que existían momentos en que no había seguridad, como la zona era de fácil tránsito, ea muy sencillo llegar al destino en pocos minutos.
La necesidad de construir dos puentes fue por la prioridad era habilitar el espacio suficiente para que los dueños de los vehículos automotores pudieran acceder a las playas, y debido al poco espacio que existía entre el acantilado y los clubes playeros ya instalados, debieron habilitar un sendero de sur a norte y otro de norte a sur.
Como el primer tramo de la pista llegaba sólo hasta la playa la Pampilla y no todos los ciudadanos tienen vehículos para llegar a las playas, se debió acondicionar un pintoresco sendero de escaleras antes de ingresar al primer puente de madera, por el cual los bañistas podían llegar al mar.
Acondicionando un sendero de escaleras, el cual a pesar de las modificaciones aún se mantiene.
Hasta mediados del siglo XX, para llegar a las playas miraflorinas era necesario caminar un largo sendero aplanado y luego descender por unas escaleras de maderas, la cual, por algunos tramos, estaba protegido para evitar los rayos del sol.
Desde mediados del siglo XX también era posible descender por la Quebrada Balta con vehículos automotores, mediante un sendero en declive que se había construido hacia el lado izquierdo de la ladera, se encontraba una amplia zona de estacionamiento.
Para la construcción del nuevo sendero para llegar al mar, también se emplearon maderas para la construcción total del puente: en los pisos, barandas, pasamanos, columnas, y algunos techos para proteger el lugar.
Antiguas fotografías demuestran que a ambos lados del local de los Baños de Miraflores se había acondicionado espigones, para la seguridad de los bañistas, ya que ello reduce el tamaño de las mareas, quizá los mismos espigones que vemos actualmente sobre el mar miraflorino.
El interés por asistir a las playas miraflorinas, provocó que cada vez se amplíen las zonas de playa, así como de estacionamientos, estacionando muchos vehículos muy cerca al espigón, pero todo ello desapareció con la adecuación de la nueva pista.
La afluencia vehicular convirtió la zona en un lugar peligro para los peatones, pero aún así se mantenían las escaleras laterales.
Fue también por esos años, y para darle protección a los ciudadanos que transitaban por la Quebrada Balta, que se arregló el sendero desde el Malecón Balta y construyó un puente peatonal que atraviesa la quebrada, para continuar el camino en la parte baja de la ladera del Malecón 28 de Julio, hasta llegar al acantilado.
Vista del Parque Las Terrazas |
Una vez en el acantilado, el cual luce con abundante vegetación a ambos lados, existía la posibilidad de continuar por el puente o utilizar las escaleras laterales.
Pero los pequeños puentes de madera fueron cambiados por otro puente, de proporciones muy distintas.
Construido con metal y con barandas poco prácticas por lo ancho del diámetro de estas, pareciera que el sendero para legar a las playas es ahora más largo.
Al parecer, se elevó la distancia que existía entre los antiguos puentes de madera con la pista, con la finalidad que transite vehículos de mayor altura, lo cual perjudica al peatón que debe caminar varios metros más.
Y aunque han mantenido los pisos de madera en algunos sectores, no existe zona de protección en ninguno de los dos puentes ni tampoco iluminación, y las características de su fabricación invade una importante áreas de la zona de la playa.
Culminando con la historia de los dos pequeños puentes de madera hacia los Baños de Miraflores.
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