
El distrito de Barranco fue urbanizándose poco a poco a partir del siglo XIX.

La primera zona estuvo alrededor de un antiguo cauce del río Surco, proveniente de la Acequia de Talama, que irrigaba la actual plaza Raimondi, cruzaba la antigua carretera y ruta del ferrocarril Lima Chorrillos, y continuaba por la calle Unión, atravesando la avenida Grau para seguir por las calles Domeyer, Sucre y diversas zonas de la actual Bajada de los Baños.

Hacia mediados del siglo XIX sólo la zona de los alrededores de la ruta del agua estaba poblada, aunque existían algunas precarias casitas en las zonas apartadas, por haber sido áreas de cultivo donde residía el personal que ahí laboraba.

La popularidad del transporte público motiva en cualquier comunidad desarrollo, esa es una de las condicionantes económicas para el progreso de los pueblos, por esa razón el ferrocarril que transitaba por la actual avenida Bolognesi logró un rápido crecimiento poblacional alrededor de su recorrido.

Fue así que para principios del siglo XX la calle 28 de Julio ya había sido totalmente planificada y algunos de sus lotes edificados con elegantes residencias.

Sin embargo los terrenos cercanos a los acantilados permanecieron casi desiertos.

A excepción de una singular construcción de propiedad de la Oficina del Cable Submarino con vista a la pequeña plazuela, y de otro predio ubicado justo al frente.

Hacia la década de 1920 la construcción de viviendas continuo sobre la calle 28 de Julio, la mayoría para ser ocupadas por familias, las cuales, por esos años tenían numerosos niños, por lo cual se necesitaban importantes extensiones de terreno.

Lo curioso es que la primera cuadra de esta calle nunca fue ocupada, ambos lados fueron las paredes de los predios construidos tanto sobre la av. Bolognesi como la av. Grau.

Sin embargo en la segunda y tercera cuadra si se construyeron diferentes modelos de vivienda, y en algunos casos algunos funcionaron como locales comerciales, en especial los instalados en las esquinas.

Mientras tanto la cuarta cuadra, la que daba al acantilado continuaba casi desierta.

Fue en la década de 1930 cuando prácticamente todos los lotes de las primeras tres cuadras de esta calle estaban construidos, y algunos correspondientes a la cuarta cuadra, en esta cuadra, con espacio para las áreas verdes y árboles.

Por alguna razón en las primeras tres cuadras nunca se dejó espacio para la clásica berma ni se destinó espacios para plantar árboles.

En esta cuarta cuadra se habilitaron hermosas residencias, algunas de las cuales tenían pintorescas quintas en la parte posterior, habitada, por ciudadanos de diversas nacionalidades.

El terremoto de 1940 deterioró varios de los predios de toda esta antigua calle, lo cual motivó la demolición y reconstrucción de nuevas residencias.

Al final de esta calle se encuentra la Plazuela 28 de Julio, una hermosa zona llena de plantas, árboles, arbustos y flores cerca al acantilado.

Esta plazuela ha sido modificada múltiples veces, cambiando los senderos, para llegar al malecón desde el cual es posible admirar el mar.

Es uno de los malecones de esta zona del distrito de Barranco que continúa con la siguiente calle, en este caso es posible salir por la calle Bresciani.

Hasta finales del siglo XX era posible caminar por todo el acantilado de esta zona de Barranco, porque ninguno de los predios habían invadido los acantilados.

Desde la calle 28 de Julio se podía acceder a los malecones de las calles Bresciani, Solari, del Pasaje Lavalle, y la calle Tisson, no siendo posible caminar solamente por el sector de la calle Alfredo Silva, para ello era necesario dar la vuelta por la avenida Pedro de Osma para llegar al Malecón.

Admirar la inmensidad del mar desde los acantilados barranquinos es un beneficio que se está perdiendo, al igual que el oxígeno, porque con la invasión privada también desaparecieron muchos árboles y arbustos que adornaban el malecón.

Vía de sólo cuatro cuadras, pocas veces se observan flujo turístico por alguna de ellas, eventualmente para ingresar a alguno de los locales comerciales, pero no como parte de la belleza arquitectónica de nuestra ciudad.

Sendero donde se instaló un importante colegio barranquino, mantiene residencias hermosas, algunas no consideradas en el listado del patrimonio monumental inmueble de Barranco.

La belleza arquitectónica de varios de ellos, en los elementos de su construcción denota que han sido cuidados y mantenidos a través del tiempo, muchos con 100 años de antigüedad.

Puertas, ventanas, balcones, barandas, pisos, escaleras, vitrales, hasta los detalles de las paredes y cornisas son obras de arte que son apreciadas por los pocos visitantes que reparan en que cada una de ellas relata una parte de la historia de nuestro balneario.

Lamentablemente así como hay predios en perfecto estado de conservación, también hay los que se están deteriorando con el paso del tiempo, posiblemente por efectos de la nefasta Ley del Inquilinato que destruyó de alguna manera nuestro patrimonio arquitectónico.

Mi intención de promocionar estas bellas calles y casas de mi ciudad natal, tiene como finalidad desear que se mantengan por siempre igual.

No hay comentarios:
Publicar un comentario