Siempre escuché sobre la necesidad de crear un seguro médico y de pensión para el artista,
independientemente cual sea la rama de su arte.
Si la obra es un producto final que puede ser comercializado, el tema es muy distinto a lo que me referiré en este artículo, centrado en los dedican a obras visualizadas, como los actores, cantantes, cuenta cuentos, poetas, danzantes, entre otros.
La historia ha comprobado que aquellos que tienen la suerte de tener un contacto en las entidades gubernamentales siempre obtendrán contratos en sus tiempos de auge, viéndose favorecidos con una serie de beneficios.
Si son literatos sus obras serán publicadas y promocionadas, si son cantantes realizaran conciertos subvencionados, y situación similar ante las otras ramas del arte, representando a nuestra patria en distintos eventos.
¿Pero qué sucede cuando se “duermen en sus laureles” y se olvidan que la fama normalmente dura un suspiro, y que al terminar su gloria o el puesto de su contacto?.
Hace unos años compartí un escenario poético en un local del distrito de Barranco con un aparentemente reconocido escritor, traductor, poeta, profesor universitario que siempre anuncia que está viajando por aquí y por allá en su posición de poeta.
Ese caballero hoy tiene graves problemas médicos y a pesar de bordear los 60 años, afirma no tener ningún seguro médico, recurriendo a las redes sociales para realizar una campaña de salud, campaña que supongo será exitosa, y logrará obtener los recursos que necesita.
¿Pero cómo es posible que alguien aparentemente tan querido y reconocido no tenga un seguro médico?. Puedo entenderlo de algún artista ambulante, sin estudios ni preparación, pero de un docente universitario con una amplia trayectoria profesional, ¡es poco creíble!
Siempre quise dar a conocer mis poemas, pero primero debí asegurar mi vejez, laborando en diferentes empresas que me permitieran lograr una pensión y un seguro médico para cuando las fuerzas no me alcancen.
Y como empecé a laborar y a aportar a un sistema de pensiones desde los 16 años, a los 52 pude darme el lujo de dedicar parte de mi tiempo a la poesía.
Reconozco en la poesía un hermoso arte que transmite sentimientos gracias a las palabras, pero lamentablemente el comportamiento de algunos poetas no coincide con sus versos.
Es preocupante que sea una constante la indiferencia de muchos artistas peruanos ante un seguro médico y pensionario mientras están adornados de laureles, y que luego, en su ruina, estén mendigando.
¿Tanto les cuesta ahorrar en un sistema previsional un porcentaje de sus ingresos para su futuro?.
Y no sustenten esa dejadez con que ganan poco, si ganarán poco se dedicarían a otra profesión u oficio, no a ser poeta.
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