Leuven Kruidtuin Park en Lovaina, Bélgica
Siempre escucho que las damas debemos estar muy bien arregladas, así estemos en casa o cuando salimos a la calle.
Desde niñas nuestras madres nos enseñaron a asearnos las uñas y el cabello, estar siempre peinada, con los zapatos lustrados, además en lo posible, mantenernos con la ropa como si la acabáramos de planchar.
Pero por alguna razón pocas veces se aplica la misma recomendación a nuestros hermanos, ellos pueden estar sucios, llenos de tierra o lodo, con la ropa arrugada, y nada les pasará.
Con el transcurrir de los años, las niñas nos convertimos en adolescentes, tiempo en que debemos tener muchos más cuidado con nuestro aseo personal y la vestimenta, para mantener esa buena imagen.
Corre, saltar y jugar en la tierra o practicar algún deporte que ensucie nuestra ropa estaban prohibidos, porque anularía aquella imagen.
Hasta que llegaba las fechas en que las señoritas celebraban sus quince años, dicho día cada dama desea lucir su mejor vestuario, además del maquillaje, peinado, adornos, contemplando que los zapatos deben ser del mismo color que la cartera, así como la bisutería que se desea sea realmente de oro, mientras que los muchachos asisten a las fiestas con un simple terno.
Fueron aquellos momentos en que me percaté que la mayoría de damas se esmeran en lucir perfectas, comentando los origines de la blusa, el contenido fino del oro de los aretes, el maquillador de moda que las atendió, y la tienda más exclusiva desde donde adquieran los zapatos y la cartera.
Unos años después la diferencia radica en la importancia de quien las acompaña, de las ciudades que visita, así como de las marcas de los productos que adquiere, y sobre todo de la clínica y el ginecólogo que emplearon para alumbrar a sus hijos.
Hasta llegar al momento en las diferencias físicas por las cirugías estéticas, en el rostro y/o cuerpo, las variaciones el color de los ojos y cabellos, o por alguna otra alteración genética.
Al parecer después de varios años, lo que predomina es tratar de sobresalir por las inversiones realizadas en el exterior o interior del cuerpo, no por sus palabras ni por sus pensamientos.
Y lo más notable, es que en la mayoría de desfiles de modas predomina la presencia de damas, tratando de hacer notar aquellos objetos que la acompañan o mostrar alguna nueva adquisición en sus características físicas o materiales.
Detalles en la vestimenta como los hombros descubiertos, sandalias sin medias y escotes profundos en la zona del busto durante los meses de invierno no tendrían sentido si sólo acuden damas a la reunión, pero es la constante.
De manera disimulada he escuchado conversaciones de grupos de caballeros, y nunca oí que ellos evoquen a tal o cual dama por la calidad de sus vestidos, por las joyas que se pone, sobre el modelo de sus zapatos o el nuevo peinado, ni siquiera se dan cuenta si se han realizado alguna cirugía estética, cuando a un caballero le agrada una mujer, sólo desea que sea recíproco.
Por ello considero que la mayoría de mujeres tiende a ese comportamiento porque desea llamar la atención de otras mujeres, y no por temas sentimentales, sino para demostrar todo lo que pudo conseguir desde el punto de vista externo.
Felizmente hay muchas damas que además de ese comportamiento, también tienen interés en enriquecer su mente.
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