En el año 2008 empecé a dar a conocer mis obras poéticas, mediante intervenciones en recitales de poesía, de manera presencial y mediante los medios virtuales.
A los pocos meses, interrumpieron en mi camino muchas editoriales que aseguraban que me darían la oportunidad de imprimir mis obras.
Lo curioso fue que los responsables de dichas editoriales, en su mayoría eran “consagrados” poetas, que parece encontraron una forma de ganarse la vida, dado que la poesía no les ofrecía mayor éxito.
La mayoría de dichas editoriales, son negocios fantasmas, que no están registradas en los organismos pertinentes, nada invierten en cultura, aparentan ser muy cotizadas gracias a sus contactos nunca por sus publicaciones, y sólo llenan su ego y bolsillos con el dinero del verdadero poeta o escritor, que está ansioso por trascender.
Esas editoriales te endulzan sólo si el escritor asume la inversión, de lo contrario tratan de ofenderte asegurando que tus escritos no son aptos para ser publicados, argumentando que
“el comité editorial ha optado por sugerir no editarlo, porque observan que los escritos no parecen tener una poética sólida en su estructura”.
y el comité editorial está formado solamente por los administradores de esas editoriales fantasmas
Pero cuando, por el deseo de ver tu obra publicada, aceptas al chantaje del editor, quien asegura que gracias a sus revisiones podrá estar apto, debes abonar alrededor de S/.4,500 (US $ 1,500) por un mínimo de 500 ejemplares, asegurando que se encargaran de la revisión total del texto, realizaran sugerencias, definirán el texto para que pase al corrector, así como la diagramación, el diseño de las carátula, los trámites de ISBN, el depósito legal, las notas de prensa, distribución y presentación, asegurando que la calidad de impresión será la mejor, así como los acabados, hechos que pocas veces cumplen.
La repartición de la edición es del 80% para el autor, mientras que el 20% restante queda con ellos, para temas de registro y promoción, lo cual puede significar 100 libros, conociendo los trámites normales así como los medios de prensa que promocionan obras, no creo que se requieran más de 30 ejemplares, sin embargo, con el resto realizan aparentes obras de bien social regalando dichas obras a las bibliotecas de ciudades marginales o en eventos, ¡siempre con dinero ajeno!.
El escritor decidirá cuál cantidad se distribuirá en librerías, negocios que colocaran la obra en algún rincón de su almacén, con esto la editorial se desentiende del tema, para buscar a otro cliente.
Al cabo de 3 ó 6 meses, el escritor descubre que no ha vendido ni un solo ejemplar, y a nadie puede reclamar, porque era su misión hacerse conocido para vender.
Pero cuando se les hace algún comentario sobre su indiferencia hacia el escritor, esos editores fantasmas se hacen los ofendidos, y prácticamente te colocan una cruz, evitando que participes en las actividades, dado que no le representas ningún beneficio económico.
Como una profesional en Economía, que espera sea exitosa la comercialización de todos los bienes y servicios, he detectado que en los últimos años los escritores de poesía tienen una venta limitada, por ello he revisado uno a uno a las decenas de editoriales fantasmas, para identificar a los protagonistas que engañan a los escritores, disfrazados de poetas.
Si desean evitar estafas, simplemente busquen el nombre de dicha editorial en los registros de la Sunat.
Debo anotar que existen otros promotores culturales, que de una manera consciente, y sabiendo que el nivel de ventas no superará los 50 ejemplares, recomiendan un tiraje máximo de 200, y además, tampoco endulzan al escritor con la aparente cobertura en prensa, que se sabe, no existirá.
El artículo ha sido confeccionado gracias a la vivencia de muchos escritores y poetas.
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